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18 de mayo de 2011

La transmisión de la consciencia



Tardamos años en pasar de niños a adultos. Primero será el cuerpo el que adquiera las facultades necesarias para recibir las enseñanzas que nos conducirán a la consciencia. El cuerpo es el recipiente. Incluso el cerebro no es más que un órgano especializado incapaz de desarrollar la consciencia sin la asistencia de la cultura que emana de nuestra vida en sociedad. Aprendemos a ser nosotros mismos en sociedad, sin ella no seríamos muy distintos de los animales salvajes. Son las sociedades, tanto tribales como estatales, las que nos transmiten las consignas de lo que somos, lo que nos cabe esperar, cómo debemos ver el mundo y qué lugar tenemos en la sociedad. Ulteriormente todos participamos en la evolución de la sociedad y en algún momento comenzamos a transmitir esas consignas u otras elaboradas por las nuevas generaciones a nuestros descendientes. Somos recipientes vacíos que nos llenamos a lo largo de nuestra vida con instrucciones que nos estimulan la consciencia. Cuando rebasamos cierto nivel comenzamos a llenar recipientes vacíos con nuestro contenido consciente. Así, la rueda de la vida y la consciencia sigue girando sin parar, creando nuevas formas de vida y de inteligencia, encarnadas en nuevos seres que a su vez reelaborarán esas consignas para transmitirlas de nuevo.

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