El optimismo no es una actitud de ingenuidad como aseguran los pesimistas, sino una actitud receptiva hacia las opciones que se vayan presentando para afrontar los retos que impone la vida. Lo cual significa que las oportunidades existen, pero somos nosotros los que dejamos la puerta abierta para que entren o cerrada. El optimista está atento a las oportunidades del entorno. Cuando aparecen, las aprovecha. El pesimista se obceca en lamentos, mientras las oportunidades pasan tras de sí.
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