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23 de mayo de 2009

Conocer las adicciones


Llamemos adicciones a aquellas prácticas que producen un placer inmediato, que suelen conllevar consecuencias negativas mediatas y que suele resultar extremadamente difícil abandonar. Algunas adicciones son bien conocidas, otras no tanto. Casi todo el mundo identifica con facilidad las adicciones de fumar, consumir drogas o alcohol. Menos son los que reconocen como adicciones la comida descontrolada, el sexo desenfrenado, las compras compulsivas o la limpieza maniática. Cualquiera de estas actividades por sí misma no se considera patológica, sin embargo, todas se pueden tornar descontroladas si la estabilidad emocional del sujeto atraviesa dificultades. La prueba para evaluar si una de estas actividades se ha descontrolado consiste en intentar su abandono de forma temporal. Si el individuo resiste la prueba, lo más probable es que no se trate de una conducta descontrolada, sino de un hábito más o menos saludable. Pero si es incapaz de aguardar varios días sin practicar la actividad, seguramente se haya vuelto patológica. Una vez identificada la adicción, probablemente queramos desprendernos de ella cuanto antes, pero seamos incapaces. Cualquier intento de eliminar estas actividades de nuestras vidas fracasará si las contemplamos de forma aislada sin considerar el resto de circunstancias de nuestra vida. Dicho de otro modo, no nos libraremos de estas actividades a menos que modifiquemos el resto de nuestra vida. Las adicciones proporcionan un placer inmediato que es requerido fundamentalmente cuando nuestras vidas no nos resultan placenteras. Por tanto, la intervención deberá incidir en hacer que nuestras vidas sean más placenteras antes de retirar una conducta que nos proporciona ese placer inmediato. Es habitual que una persona deje de fumar, de beber o de comer compulsivamente cuando emprende una nueva etapa en su vida, como iniciarse en algún deporte, emprender estudios, una nueva relación, etc. Desde Hipercognición abogamos por la vida plena como remedio natural y espontáneo contra las conductas adictivas.

6 de mayo de 2009

Sensaciones


Ya sabemos que tenemos tres entidades cerebrales que actúan a distintos niveles de consciencia. Un cerebro reptil básicamente inconsciente, un cerebro mamífero subconsciente y un cerebro humano consciente. En ocasiones, esas entidades pueden tomar caminos diferentes y sumir al individuo en la incertidumbre y la desazón por no saber qué camino tomar. Sin embargo, con el adecuado entrenamiento mental, se puede lograr que las tres entidades se sincronicen y actúen de forma sinérgica. El primer paso que debemos dar hacia la hipercognición consiste en interrogar al cerebro mamífero, nuestro subconsciente, de forma adecuada para asegurarnos su complicidad. Esta entidad cerebral no se comunica mediante palabras sino mediante emociones. La mejor forma de obtener su respuesta es visualizar la escena posible que queremos evaluar, la que nos inquieta, y esperar su reacción. Tras la visualización de esta secuencia, nuestro cuerpo responderá con una sensación polarizada que podrá ser positiva o negativa. Esta sensación será positiva si nuestro subconsciente asocia la secuencia a otras similares positivas y será negativa si la asocia a otras negativas. Nuestro cerebro mamífero actúa de forma global, sin reparar en detalles. Realiza una evaluación global y emite una sensación antagónica en función de su repertorio de emociones memorizado por la experiencia existencial.