Social Icons

.

30 de diciembre de 2013

Luchar contra los pensamientos negativos

Los pensamientos negativos son enunciados que se repiten en nuestra mente con insistencia y que limitan nuestra capacidad de superación. Estos pensamientos se instalan, normalmente de forma inconsciente, y ofrecen una gran resistencia a desaparecer. Aunque pueda parecer paradójico, las personas que padecen estos pensamientos encuentran en ellos algunos mecanismos de recompensa, los cuales constituyen el principal motivo por el que resulta tan difícil luchar contra estos pensamientos. Para luchar contra los pensamientos negativos es preciso comenzar por desactivar los mecanismos de recompensa que los realimentan y emprender el camino inverso hacia los pensamientos negativos. 
Todo el mundo se sirve en algún momento de la capacidad de despertar la compasión ajena para obtener algún beneficio. Solemos ser más comprensivos con las personas aquejadas de algún dolor o enfermedad. Por ello hay personas que fingen un malestar para librarse de sus obligaciones o evitar alguna responsabilidad. Ese pensamiento puede cristalizar en la mente y hacer creer al individuo que está realmente enfermo. Otra categoría de pensamientos negativos son los que hacen dudar de las capacidades de alcanzar metas. Quienes tienen este tipo de pensamientos renuncian a emprender proyectos o los abandonan al poco de empezar porque creen que no serán capaces de desarrollarlos. Estas personas suelen realizar afirmaciones en las que resaltan sus limitaciones físicas o mentales. Otro tipo más de pensamientos negativos es el de aquellos que culpan a su entorno o su pasado de todo lo que les sucede. Piensan que son víctimas del destino o de la sociedad y así justifican su falta de éxitos. En realidad, detrás de estos pensamientos se encuentra una acusada falta de motivación o simplemente desinterés por seguir otros caminos que los marcados por la familia y el entorno, por ello muchas personas se agarran a estos pensamientos victimistas. Como hemos dicho, solemos ser más comprensivos o solidarios con las personas débiles, enfermas o que padecen limitaciones de cualquier tipo. Incluirse en cualquiera de estas categorías incita a los demás a prestar su ayuda.
Como resulta fácil colegir, para luchar contra estos pensamientos es imprescindible identificar los motivos subyacentes que los están alimentando. Es decir, hay que descubrir los beneficios potenciales que nos proporcionan. Si descubrimos que esos pensamientos negativos solo ocultan una actitud de retraimiento hacia la vida, estaremos en camino de superarlos. Para ello hay que adoptar una actitud mental positiva y enfrentarse con valentía a los lances de la vida. Progresivamente descubriremos que no necesitamos de tanta ayuda ajena y que tenemos suficientes capacidades como evolucionar y crecer por nosotros mismos. En ese camino, nuestros pensamientos irán tornándose positivos y reforzarán nuestra autoconfianza.

11 de diciembre de 2013

¿Es necesario el dolor en la vida?

Además de inevitable, el dolor es útil en la vida humana. Solo el modelo de sociedad occidental, heredera del hedonismo, trata de evitar el dolor por todas las vías posibles. El individuo occidental intenta no pensar en el dolor, creer que puede vivir sin él. Una vez que aparece, lo soslaya hasta que se hace tan intenso que no puede evitar centrarse en él. Y, en este caso, lo que busca es su desaparición inmediata. Pero, pensemos, ¿es necesario el dolor en la vida? Si no lo fuera, es probable que hubiera desaparecido de nuestro linaje, barrido por la escoba evolutiva hace millones de años. Si sigue presente en nuestro organismo es porque cumple una importante función de alarma para nosotros. El dolor es el mensajero que el cuerpo envía a la mente para indicarle que algo no funciona correctamente. La acción que debería emprender el individuo, en este caso, sería cambiar la conducta y prestar atención al problema, pero esto no suele suceder así. Si viviéramos atentos a los mensajes de nuestro cuerpo, tendríamos en nuestras manos una poderosa herramienta de prevención de enfermedades y trastornos, pero al marginarlo perdemos la ocasión de poner remedio a nuestros males. La mejor forma de vivir atentos al dolor consiste en meditar periódicamente, siquiera unos segundos, para explorar el cuerpo en busca de dolores o tensiones anormales. Al prestar atención al dolor concentramos nuestras energías en la sanación de la zona afectada.

25 de noviembre de 2013

¿Puede la mente hacer enfermar al cuerpo?

Hace tan solo unas décadas, hablar de la conexión entre mente y cuerpo era poco menos que anatema en los círculos médicos y científicos oficiales de occidente. Sin embargo, hoy día, gracias a la influencia entre oriente y occidente y la subsecuente globalización del conocimiento, la aceptación de esta conexión está más que probada. A las enfermedades producidas por la mente se las conoce como psicosomáticas, cuya etimología se refiere a 'mente' y 'cuerpo'. La mente no solo induce la aparición de determinadas enfermedades, sino que agrava las ya existentes o disminuye las probabilidades de curación. En todos los cuadros, el estrés parece jugar un papel de intermediario. Cuando la mente se encuentra sobrecargada, deprimida o enferma, suele aparecer el estrés, el cual produce el debilitamiento de las defensas metabólicas. Con el sistema inmunológico deprimido, las probabilidades de aparición  o el enconamiento de las enfermedades se multiplica. En la cultura popular se suele hablar de "morir de tristeza" o "morir de pena", son interpretaciones orales de casos reales que en algún momento han sucedido, que reflejan el lamentable final de personas aquejadas de males mentales. Se trata de casos extremos, que tras largos periodos de depresión han sucumbido por alguna enfermedad oportunista, que han permanecido en la cultura popular. A día de hoy está demostrado que una mente alegre y saludable redunda en un estado general de salud óptimo.

6 de noviembre de 2013

Cuántos sentidos tiene el cuerpo humano

Pese a lo arraigado de la creencia de que los humanos solo contamos con cinco sentidos, lo cierto es que nuestro cuerpo está dotado de al menos siete sentidos. Y ello, haciendo un ejercicio de síntesis. A los cinco sentidos conocidos por todo el mundo -vista, oído, gusto, olfato y tacto- se añade el sistema vestibular y el propioceptivo. Los seis primeros forman el sistema exteroceptivo, que se encarga de transmitir información al cerebro sobre estímulos externos, como sonidos, imágenes, presión, temperatura, olores, sabores o movimiento. El sistema vestibular, situado en el oído interno, transmite datos sobre la posición y el movimiento del cuerpo. Por su parte, el sistema propioceptivo, a diferencia de los anteriores sentidos, informa al cerebro sobre el estado del interior del cuerpo. Es un conjunto de neuronas sensitivas que recogen datos como el dolor o la presión en los órganos internos. Así, pues, el cuerpo humano cuenta con un sistema sensorial mucho más complejo de lo que se asume comúnmente.

2 de noviembre de 2013

Psicopatía, el plan A de la mente

Tenemos asociada la psicopatía con los asesinos en serie, quizá su versión más extrema y criminal. No obstante, esta patología mental se encuentra más arraigada en la sociedad de lo que podría parecer. Se habla de que uno de cada cien ciudadanos encaja en el perfil psicopático. ¿Cuál es la característica definitoria de este perfil? En realidad no es su tendencia criminal, como pudiera pensarse. El rasgo común a todos los psicópatas es su extremado egoísmo, consecuencia de su falta de empatía. Los psicópatas son depredadores sociales que se sirven de los demás para sus propios fines. Por ese motivo hay asesinos y violadores entre sus filas, pero también hay dictadores, jefes autoritarios, maridos maltratadores, esposas crueles, compañeros competitivos, padres abusadores o amigos egoístas. La mayor parte de los criminales no adoptan una conducta criminal, pero todos ellos muestran un egoísmo exacerbado y una total ausencia de remordimientos de conciencia.
Pero, la pregunta que cabría hacerse es ¿son enfermos mentales? Desde la psiquiatría y psicología se sostiene que la conducta psicópata es un trastorno de la personalidad y no de la percepción de la realidad. Por tanto, en sentido estricto no se trata de enfermos mentales, sino de individuos con una personalidad narcisista, egoísta y antisocial.
Por último, habría que preguntarse por qué motivo la evolución permite la existencia de esta tendencia tan frecuente entre los humanos, habida cuenta de los trastornos sociales que ocasiona. Lo más probable es que se trate de una conducta soterrada por la evolución social del homo sapiens, que permanece adormecida o suprimida en la inmensa mayoría de humanos, cuando estos se desarrollan en ambientes sociales normalizados. En caso de que ese ambiente no cuente con esos rasgos, la mente sigue su plan preconcebido, su plan A. Es decir, sigue la tendencia depredadora y superviviente, más propia de especies animales no gregarias. Por lo cual, la psicopatía no sería una tendencia alternativa, sino una tendencia natural en todos nosotros, que la vida en sociedad se encarga de aplacar a través de mecanismos culturales imbuidos por medio de la educación.

26 de octubre de 2013

En qué consiste la metacognición

El prefijo 'meta' ya anuncia la etimología del término, toda vez que significa 'más allá de'. Si lo unimos al término 'cognición' (acción de conocer), tenemos, que metacognición es la capacidad de conocer nuestra capacidad de conocer. Del mismo modo, la metamemoria es el conocimiento de nuestra memoria. Estas capacidades no están al alcance del común de mortales, al contrario, es una capacidad introspectiva que se desarrolla mediante entrenamiento. Casi todo el mundo tiene una idea vaga de su capacidad cognitiva, pero si no la explora con denuedo no alcanzará a conocer sus límites. Por lo cual, la metacognición es el conocimiento del propio conocimiento, obtenido mediante práctica. 

13 de octubre de 2013

El Experimento Milgram sobre obediencia a la autoridad

El Experimento Milgram es un clásico de la psicología social, llevado a cabo por Stanley Milgram, de la Universidad de Yale (Conneticut, EE.UU.), en el año 1963 para estudiar los efectos de la obediencia a la autoridad. El experimento intentaba probar si los sujetos se guiaban más por su propia conciencia o si lo hacían por obediencia a una autoridad, con la intención de comprender el origen de la crueldad demostrada por muchos miembros del nazismo alemán contra los judíos.
El estudio se realizó con voluntarios incentivados económicamente, que desconocían el verdadero propósito del experimento. La prueba consistía en situar al voluntario en una sala junto al investigador y a un cómplice de este al otro lado de una mampara de cristal. El voluntario creía que el cómplice era otro voluntario y que los roles habían sido determinados por sorteo. El voluntario ejercía el papel de "maestro", mientras el cómplice del investigador era el "alumno". El alumno estaba conectado a un aparato que aplicaba descargas eléctricas. Se trataba de averiguar si el "maestro" aplicaba esas descargas dolorosas hasta el umbral en que el cómplice mostraba dolor o si lo prolongaba hasta que el investigador, en su función de autoridad, le pedía que lo hiciera. En realidad, el cómplice no recibía esas descargas, solo fingía el dolor.
Las pruebas demostraron que muchas personas prolongaban el dolor de las víctimas si la autoridad se lo pedía, aún cuando las víctimas suplicaban que cesara el dolor. Mediante este experimento quedó acreditado el poder de la autoridad a la hora de ejercer la crueldad contra otros seres humanos. Si bien, los resultados de la prueba, como todos los experimentos de laboratorio, habría que considerarlos dentro de su contexto. Al fin y al cabo, se trataba de una prueba artificial en un entorno artificial, donde los voluntarios debían de suponer que todo estaba controlado y que el dolor era relativo. También era posible que muchos detectaran el fingimiento de sus víctimas y se mostraran más implacables por ello. No obstante, el resultado de este clásico de la psicología social ha servido para explicar el origen de la crueldad humana en múltiples ocasiones.

8 de octubre de 2013

La Cámara Kirlian

La cámara Kirlian es un artefacto que obtiene imágenes de objetos animados o inanimados, que aparecen rodeados de un halo luminoso, conocido como Efecto Kirlian, que para muchos constituye el aura. Estas curiosas imágenes lo que muestran son las variaciones en la intensidad eléctrica, algo similar a las chispas que saltan entre objetos cargados por electricidad estática. La identificación de este halo con el aura es básicamente una cuestión de creencia. Las personas muestran diferencias en sus perfiles eléctricos, del mismo modo que las muestran en la distribución de la temperatura basal, en los patrones dactilares o en la composición del iris. Por lo tanto, un estudio en profundidad de estos perfiles podría arrojar información sobre las personas analizadas, si bien se trata de un campo de investigación escasamente abordado por la ciencia, por lo que abundan las concepciones esotéricas en torno a su naturaleza.  

2 de octubre de 2013

Consecuencias duales de la cultura humana

El ser humano ha desarrollado un mecanismo de adaptación al ambiente, al margen de su dotación genética, que conocemos como cultura. Se trata de un conjunto de conocimientos con la capacidad de transmitirse a otros individuos a través de la educación y la enculturación. La cultura es, pues, ese conjunto de conceptos, prácticas y hábitos que se aprenden a través de la vida en sociedad. Lo que sucede con la cultura es que tiene un uso adaptativo y se transforma para albergar nuevos usos. Por ejemplo, la ropa nació para ayudar a al hombre a soportar los rigores ambientales. Sin embargo, hoy su uso abarca mucho más que la protección frente al frío o el calor. En el presente la ropa indica diferenciación frente al resto de animales, sirve para denotar el status o la clase social o para indicar la tribu urbana a que se pertenece. A esto nos referimos con las consecuencias duales de la cultura. Se trata de usos alternativos que el ser humano atribuye a las creaciones culturales que nacieron con un propósito diferente. Podríamos ampliar el repertorio de ejemplos a casos paradigmáticos como la gastronomía, la música, la pintura, el lenguaje, etc. Todas estas prácticas culturales nacieron un día con un fin, pero hoy desempeñan múltiples funciones alternativas.

25 de septiembre de 2013

El debate abierto sobre la telepatía

Desde hace tiempo se ha investigado la posibilidad de que los humanos sean capaces de "leer la mente". Sin embargo, hasta el momento, en ningún caso se ha podido demostrar que las personas puedan transferir pensamientos, ni siquiera simples. Sin embargo, muchas personas siguen creyendo en este poder y otras afirman tener esa capacidad. Lo que sucede es que la mente humana cuenta con otros instrumentos sutiles, que pueden confundirse con la capacidad de leer la mente. Entre estos instrumentos, sin duda el más evidente es la intuición. La intuición es la capacidad mental de abstraer una idea a partir de los datos extraídos del entorno, incluso de forma inconsciente. Es una función que cuenta con gran autonomía durante el proceso, por ese motivo, las conclusiones extraídas pueden ser atribuidas erróneamente a poderes telepáticos. Tampoco es desdeñable el papel de los mensajeros químicos, como las feromonas, que pueden transmitir información básica entre dos individuos separados por una distancia discreta. Sin embargo, estos mensajes serían extremadamente simples, y solo servirían para inducir estados de agresividad, relajación, euforia, miedo, excitación sexual y otros.
Pese a lo dicho, no se puede descartar completamente la posibilidad de que en algún momento pueda existir fenómenos telepáticos, porque hay algo insoslayable y es que el cerebro es un productor de ondas excepcional. Esto es algo completamente demostrado e irrefutable. Que sea capaz de recibir esas ondas e interpretarlas es algo distinto, no demostrado, pero no por ello absurdo.

16 de septiembre de 2013

Método de relajación exprés

Aunque las palabras 'relajación' y 'exprés' constituyan una antítesis, hay veces que el ritmo de vida no permite dedicar a las actividades de introspección el tiempo necesario. El objetivo de esta entrada es proporcionar un método de reconstitución rápido para aliviar las tensiones de la vida cotidiana.
Este método sirve para aquellas situaciones en las que no disponemos de suficiente tiempo para relajarnos y estamos sometidos a una importante de carga emocional, como en el trabajo, en clase, en una reunión familiar o en una exposición pública. En cualquiera de esas situaciones se puede encontrar unos minutos, o siquiera unos segundos, para apartarnos del resto de la gente y encontrar un respiro de paz. En estas circunstancias debemos cerrar los ojos, relajar brazos y piernas, flexionar ligeramente las rodillas e inspirar y expirar lentamente, tantas veces como podamos. A la vez, debemos hacer giros con los hombros de tal forma que notemos un cosquilleo por la espalda.
Este método apenas nos sustrae unos pocos minutos, incluso segundos, y es muy efectivo. La clave de su éxito radica en nuestro pasado evolutivo. Cuando nuestros antepasados se enfrentaban a amenazas entraban en una situación de estrés, que los preparaba para luchar o huir. Cuando hoy nos enfrentamos a situaciones adversas reproducimos esa situación, aunque no esté en riesgo nuestra vida. Para alejar ese estado se debe reproducir la situación contraria, que es hacer aquello que hacían nuestros ancestros cuando no se encontraban amenazados, como cerrar los ojos, respirar lentamente, beber agua o sentarnos plácidamente. Todas estas situaciones informan a nuestra mente de que no hay peligro en el entorno y que puede bajar la guardia. Mediante la práctica podemos mejorar el tiempo que tardamos en relajarnos y el tiempo dedicado a este ejercicio.

26 de agosto de 2013

Qué diferencias hay entre autoconcepto y autoestima

Aunque son dos conceptos íntimamente relacionados, su significado es sensiblemente diferente. Tanto un concepto como el otro dependen de la personalidad y del impacto social de la persona, y ambos dependen de la subjetividad, pero entre ellos existen algunas diferencias.
El autoconcepto es la descripción que una persona hace de sí misma, tanto de su aspecto físico como de su personalidad o aptitudes. Se trata de un juicio subjetivo, que no tiene por que atender a la verdad objetiva ni a lo que los demás perciben. Así, un individuo puede describirse como alto, delgado y buen jugador de baloncesto, sin que los demás coincidan en ninguno de esos rasgos. Ejemplos extremos de esta percepción subjetiva constituyen trastornos como la anorexia.
Por su parte, la autoestima es la valoración afectiva que las personas muestran hacia sí mismas. En esta valoración influye el autoconcepto, de tal forma que un autoconcepto positivo puede redundar en una buena autoestima. La autoestima no se detiene en rasgos concretos, sino que es una apreciación global, que genera un tipo de sentimiento hacia nosotros mismos. Alguien con buenas aptitudes puede mostrar un autoconcepto negativo, si el entorno social en que se mueve así se lo transmite. Lo cual puede influir en que esa persona desarrolle una autoestima negativa.
Por tanto, la diferencia fundamental radica en que el autoconcepto es una descripción de uno mismo, atendiendo a diferentes rasgos físicos y mentales, mientras que la autoestima es la valoración global que tenemos de nosotros mismos.

21 de agosto de 2013

Cómo se adapta el cuerpo a la temperatura ambiental

El cuerpo reacciona a los cambios de temperatura interviniendo especialmente sobre los mecanismos que regulan la piel. De este modo, ante una subida de temperatura se dilatan los poros y se produce sudor para favorecer la evacuación de calor, mientras que las temperaturas bajas producen la contracción de la piel para evitar la pérdida de calor o el fenómeno de tiritar, que genera calor local. Lo que sucede es que estos mecanismos no son inmediatos, sino que necesitan incluso de días para adaptarse a las nuevas condiciones ambientales. Por este motivo, las subidas o bajadas repentinas de la temperatura son menos soportables que una temperatura extrema prolongada en el tiempo. 
Pero el factor que más dificulta la adaptación a la temperatura ambiental es el hábito insalubre de intentar anular artificialmente el calor o el frío. Cuando hacemos un uso indiscriminado de la calefacción o la climatización estamos frustrando los esfuerzos de nuestro organismo de adaptarse a las condiciones ambientales. Estos artefactos se deberían emplear exclusivamente para atenuar las variaciones más extremas y no para mantener una temperatura absurda para la época del año.
Lo mismo que el cuerpo se adapta al trabajo por medio del esfuerzo, también se adapta progresivamente al calor o al frío mediante su exposición comedida. Si mantenemos los hogares a temperaturas próximas al ambiente exterior, la transición será sencilla y soportable, pero si la diferencia es abismal, el choque puede ser insufrible.

25 de julio de 2013

Por dónde se debe comenzar el crecimiento espiritual

Algo que muchas personas interesadas en dar un giro espiritual a su vida es por dónde se debe comenzar. Probablemente hayan leído una docena de libros de autoayuda y espiritualidad, en los que habrán encontrado un gran material para desarrollar, pero todo aquello parece demasiado alejado de la vida corriente de casi todo el mundo. Así que, por dónde comenzar ese giro hacia el crecimiento espiritual.
Pues bien, la clave de todo giro hacia lo espiritual no está en frecuentar templos, ni en rodearse de símbolos religiosos, ni en leer libros espirituales, ni siquiera en asociarse con grupos practicantes de ninguna creencia. La clave está en un giro mental que consiste en cambiar la atención de fuera a dentro. Dejar de pensar, creer, ver y sentir en función de lo que nuestros sentidos nos indican y comenzar a pensar, creer, ver y sentir a partir de lo que nuestro interior nos guía.
El cerebro es un órgano encargado de procesar información tanto externa como interna. La información del exterior accede a nuestro cerebro por medio de nuestros cinco sentidos. La información del interior accede al cerebro a través de mecanismos como el sistema propioceptivo o el sistema vestibular, es decir, por medio de la introspección. Estos mecanismos, en realidad, están enviando datos constantemente a nuestra mente, pero al centrar nuestra atención en estímulos externos, lo que hacemos es silenciar estos mensajes y atender los que proceden del exterior. Es decir, nuestra mente racional ordena a nuestra mente irracional que desatienda esos mensajes interiores y se centre en los exteriores. Lo que sucede es que desoímos mensajes que podrían ayudarnos a prevenir enfermedades, a guiar nuestra conducta o a ayudarnos a comprender mejor el mundo. En lugar de eso nos centramos en las imágenes de la televisión, de la calle o de la pantalla de ordenador.
Muchas personas que se hacen llamar religiosas o espirituales por frecuentar templos o leer textos sagrados, rara vez practican la introspección, que es la base de la oración. Por tanto, están a un abismo de ser seres espirituales. El espíritu fluye por nuestro interior y es allí donde tenemos que buscarlo. Por tanto, el crecimiento espiritual debe comenzar por leer nuestro interior.

30 de junio de 2013

En qué nos beneficia la habituación

La vida diaria nos obliga a realizar múltiples actividades para las que no estamos preparados de forma biológica. La mayor parte de profesiones han sido aprendidas culturalmente, por lo que no disponemos de una adaptación natural a sus peculiaridades. Actividades como estudiar, conducir, correr o trabajar en ambientes difíciles exigen de nosotros un periodo de adaptación hasta que obtenemos un rendimiento óptimo. Por eso, el hombre ha construido culturalmente el fenómeno de la habituación, que no es otra cosa que repetir periódicamente aquella actividad que demanda de nosotros un esfuerzo extra. Madrugar, limpiar la casa, hacer deporte o estudiar, puede resultar tedioso si se realiza de forma esporádica o desordenada. Pero si se introduce en una rutina periódica, dentro de nuestras vidas cotidianas, no solo mostraremos gran facilidad para acometer estas actividades, sino que sentiremos que nos falta algo si un día no las podemos realizar. Al forzar por medio del hábito nuestra vida cotidiana a realizar esas tareas logramos que nuestra mente las perciba como necesarias y nos envía el mensaje de que deberíamos estar empeñados en ellas. En algunos casos, como la práctica de deporte, se puede hablar incluso de 'síndrome de abstinencia' cuando, por cualquier motivo, no podemos realizar nuestra sesión diaria. Por lo cual, a través de la habituación podemos introducir en nuestras vidas aquellas actividades que queremos realizar, pero cuyo desempeño resulta al principio difícil o sacrificado.

28 de mayo de 2013

Exposición del cerebro a la radiación electromagnética

Infografía en la que aparecen los distintos niveles de exposición del cerebro a radiaciones electromagnéticas del entorno y sus efectos sobre el ciclo del sueño.

21 de mayo de 2013

Cómo nos afectan los pensamientos negativos

A veces subestimamos el poder de los pensamientos negativos en nuestra vida. La persistencia de este tipo de pensamientos nos mina por dentro lentamente. Los pensamientos negativos se originan por la vida en sociedad, de donde emanan los mensajes sublimes de triunfo o fracaso. Cuando no logramos alcanzar las expectativas sociales, recibimos señales negativas que degeneran en frustración. Esos pensamientos pueden ser modulados de distintas formas dependiendo de la personalidad de cada individuo. Así, las personas más decididas y optimistas tomarán esas decepciones como aprendizaje para los nuevos retos. Mientras que las personas más pesimistas y depresivas interpretarán el fracaso como algo consustancial a sus vidas. Creerán que son inferiores a los demás y entrarán en una espiral de pensamientos negativos en los que se lamentan continuamente por no ser mejores. Esos pensamientos negativos tienen el nocivo efecto de enraizar en la mente hasta el punto de formar parte de la personalidad individual. De esta forma, una o varias acciones fracasadas, que en principio no han de tener mayor relevancia, terminan por modificar la personalidad del individuo.
Pero los efectos perversos de estos pensamientos no cesan en este punto. Como hemos referido en otro momento, la mente altera el normal funcionamiento del organismo. Los pensamientos negativos generan estrés y ansiedad, que tienen como consecuencia alteraciones hormonales y una depresión inmunológica. Por lo que aumenta exponencialmente la incidencia de enfermedades infecciosas u oncológicas. Desde luego, estas consecuencias se encuentran al final de un largo camino de negatividad, pero no por ello se debe obviar. La solución no es otra que invertir el camino. Abandonar la tendencia a regodearse en los pensamientos negativos y adoptar una actitud positiva ante la vida. Dar la cara a los problemas y tratar de solucionarlos con los medios disponibles y no cejar ante los retos frustrados, sino encararlos de otra forma o encarar otros retos nuevos más acordes a nuestro interés.

18 de febrero de 2013

La adaptación del cuerpo humano al medio

El cuerpo humano dispone de tres formas de adaptación al medio. La primera es evolutiva, por medio de los genes y requiere de cambios generacionales para obtener los frutos. Es decir, si un individuo o un grupo de ellos está sometido a una presión ambiental, sus descendientes estarán mejor adaptados. Lo cual viene a decir, que quien se adapta no es exactamente el individuo, sino la especie. Este es un proceso lento, que requiere de muchos miles de años para ver el cambio. Este proceso es responsable de la bipedestación, de nuestra dieta carnívora o del pulgar oponible. Hay un segundo tipo de adaptación, que afecta al individuo exclusivamente y se basa en cambios progresivos para adaptar el cuerpo al ambiente. Entre estos cambios podemos citar la pigmentación cutánea por efecto del sol o la musculación obtenida por el esfuerzo físico. Finalmente hay un tercer ámbito de adaptaciones físicas al ambiente, que son rápidas o incluso instantáneas, normalmente reversibles en el mismo plazo y cuya función nos permite adaptarnos a situaciones cambiantes del entorno. Entre estos procesos podemos encontrar la dilatación de la pupila para adaptarse a la oscuridad, la contracción o dilatación de los poros cutáneos o la secreción de adrenalina para hacer frente a un sobreesfuerzo.

28 de enero de 2013

El locus de control en las emociones

En psicología se habla del locus de control para referirse al origen atribuido a las emociones, por parte del individuo. En concreto se diferencia entre locus de control externo, cuando el sujeto responsabiliza de sus emociones a factores externos, como el trato que le dispensan los demás o su pasado, y locus de control interno, cuando sitúa el origen de sus emociones en sí mismo. Se cree que tres de cada cuatro personas en occidente poseen el locus de control externo. Esto significa que abundan las personas que no se sienten responsables de sus emociones, tanto si estas son positivas, como negativas. Ninguno de los extremos son óptimos para una adecuada salud mental, pero en general, el locus de control externo genera en los individuos un sentimiento victimista y lo disocia del control de sus emociones. Estos sujetos tienen la tendencia a considerar que el mundo es injusto con ellos, cuando la fortuna no está de su lado y cuando sí lo hace, tienden a idolatrar a las personas que consideran responsables. Aunque un excesivo locus de control interno puede derivar en tendencias narcisistas o sentimientos de culpabilidad, es preferible que el locus de control externo, porque otorga al sujeto el control de sus emociones. Ejercer el control emocional tiene la enorme ventaja de que el individuo puede objetivar cualquier acontecimiento y distanciarse lo suficiente, como para no sucumbir a las emociones primarias. De este modo, puede experimentar emociones normalizadas, pero siempre dentro de unos límites saludables.