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19 de octubre de 2010

Cumplir los deseos



Si entendemos como deseos aquellas experiencias que queremos alcanzar, no nos queda más remedio que asegurar que pasamos la vida teniendo deseos. Unas veces alcanzamos esos deseos mientras que otras vemos cómo se frustran. Antes de preguntarnos por qué no alcanzamos nuestros deseos tal vez debamos comenzar por saber qué son.
Los deseos responden a necesidades instaladas en nuestra mente mediante distintas vías. Los deseos más primordiales tienen una base biológica innata regulada genéticamente y difícil de controlar, regulan instintos como el sexo y la alimentación, son los más intensos, los más comunes y los primeros que fueron adquiridos evolutivamente por nuestra especie. Sobre esta base se asienta el siguiente conjunto de deseos que se relacionan con la evolución de la socialización y el consecuente desarrollo del sistema límbico. Estos deseos, como el de la procreación o la aceptación social, regulan las conductas emocionales y tienen como objetivo el lograr la cohesión y la supervivencia grupal. Por último, en una tercera categoría encontramos los deseos intelectuales, surgidos al albor de la evolución del neocórtex, entre los que se encuentra el deseo de saber quién nos ha creado, qué es la vida o qué es el ser humano.
Ahora podemos preguntarnos por qué no alcanzamos todos los deseos que nos proponemos. Lo más probable es que estemos confundiendo deseos con simples caprichos o apetencias frívolas; esto es, querer algo sin pensar en las consecuencias que conllevaría alcanzarlo. Los deseos son profundos, permanentes e incuestionables. Cuando deseamos algo de verdad somos capaces de renunciar a todo lo demás por ello. Si, en cambio, descubrimos que no estamos dispuestos a todo, tal vez no se trate de un deseo de verdad sino de un capricho pasajero. Por ejemplo, tal vez hayas pensado alguna vez que querrías tener grandes cantidades de dinero, pero ¿querrías renunciar a la vida que llevas, dejarlo todo y rodearte de medidas de seguridad y de nuevos amigos deseosos de compartir tu dicha?
Los deseos los jerarquizamos consciente o inconscientemente y vamos cumpliendo aquellos que situamos en primer lugar. Si uno de nuestros deseos no se cumple, tal vez sea porque otro deseo más importante está interfiriendo en él. Por ejemplo, no podemos desear ser deportistas de elite y desear a la vez no tener ninguna lesión. Tendremos que elegir qué es lo que queremos de verdad, por encima de todo. Todo aquello que deseamos de verdad es realizable y todo lo realizable es susceptible de ser deseado, por tanto todos nuestros deseos se pueden cumplir. Si aprendemos estas sencillas pautas seremos capaces de alcanzar todos nuestros deseos sin límite alguno, pues los deseos forman parte de nuestra naturaleza humana y son las luces que guían nuestro camino.