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26 de agosto de 2013

Qué diferencias hay entre autoconcepto y autoestima

Aunque son dos conceptos íntimamente relacionados, su significado es sensiblemente diferente. Tanto un concepto como el otro dependen de la personalidad y del impacto social de la persona, y ambos dependen de la subjetividad, pero entre ellos existen algunas diferencias.
El autoconcepto es la descripción que una persona hace de sí misma, tanto de su aspecto físico como de su personalidad o aptitudes. Se trata de un juicio subjetivo, que no tiene por que atender a la verdad objetiva ni a lo que los demás perciben. Así, un individuo puede describirse como alto, delgado y buen jugador de baloncesto, sin que los demás coincidan en ninguno de esos rasgos. Ejemplos extremos de esta percepción subjetiva constituyen trastornos como la anorexia.
Por su parte, la autoestima es la valoración afectiva que las personas muestran hacia sí mismas. En esta valoración influye el autoconcepto, de tal forma que un autoconcepto positivo puede redundar en una buena autoestima. La autoestima no se detiene en rasgos concretos, sino que es una apreciación global, que genera un tipo de sentimiento hacia nosotros mismos. Alguien con buenas aptitudes puede mostrar un autoconcepto negativo, si el entorno social en que se mueve así se lo transmite. Lo cual puede influir en que esa persona desarrolle una autoestima negativa.
Por tanto, la diferencia fundamental radica en que el autoconcepto es una descripción de uno mismo, atendiendo a diferentes rasgos físicos y mentales, mientras que la autoestima es la valoración global que tenemos de nosotros mismos.

21 de agosto de 2013

Cómo se adapta el cuerpo a la temperatura ambiental

El cuerpo reacciona a los cambios de temperatura interviniendo especialmente sobre los mecanismos que regulan la piel. De este modo, ante una subida de temperatura se dilatan los poros y se produce sudor para favorecer la evacuación de calor, mientras que las temperaturas bajas producen la contracción de la piel para evitar la pérdida de calor o el fenómeno de tiritar, que genera calor local. Lo que sucede es que estos mecanismos no son inmediatos, sino que necesitan incluso de días para adaptarse a las nuevas condiciones ambientales. Por este motivo, las subidas o bajadas repentinas de la temperatura son menos soportables que una temperatura extrema prolongada en el tiempo. 
Pero el factor que más dificulta la adaptación a la temperatura ambiental es el hábito insalubre de intentar anular artificialmente el calor o el frío. Cuando hacemos un uso indiscriminado de la calefacción o la climatización estamos frustrando los esfuerzos de nuestro organismo de adaptarse a las condiciones ambientales. Estos artefactos se deberían emplear exclusivamente para atenuar las variaciones más extremas y no para mantener una temperatura absurda para la época del año.
Lo mismo que el cuerpo se adapta al trabajo por medio del esfuerzo, también se adapta progresivamente al calor o al frío mediante su exposición comedida. Si mantenemos los hogares a temperaturas próximas al ambiente exterior, la transición será sencilla y soportable, pero si la diferencia es abismal, el choque puede ser insufrible.