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17 de diciembre de 2011

El espíritu existe



El espíritu es mucho más que una forma creativa de ver la realidad, es la certeza consciente de que existe un conjunto de leyes comunes que gobiernan todo el Universo, desde lo más diminuto a lo más gigantesco. Si somos capaces de admitir que existen fenómenos tales como la termodinámica, la desintegración radiactiva o la aceleración del espacio tiempo, no deberíamos tener dificultad para entender que el espíritu del Universo es algo que está por encima de todo. Es algo que no se puede tocar, como no se pueden tocar las leyes de la física o de la gravitación universal, pero igualmente existen. Cierto es que no existen tratados científicos que corroboren la existencia de una ley general del Universo. Hasta hoy esa posibilidad siempre ha estado en manos de la religión. Lo que sucede es que hay renuencia por ambas partes a acercar posturas, temerosos de ser tachados de crédulos por un lado y de herejes por el otro. Cada nuevo descubrimiento de la naturaleza de la materia nos revela que todo está intercomunicado. La imagen de un Universo en el que los cuerpos flotan en soledad obedece exclusivamente a una percepción humana basada en la visión. En realidad todo el espacio está bañado por partículas y ondas de distinta naturaleza, como los fotones o los ubicuos neutrinos. El Universo se guía por una ley general que lo gobierna en toda su extensión espacial y temporal. Una galaxia que se encuentre en el otro extremo del Universo responde a las mismas leyes que la nuestra, del mismo modo que una célula de nuestra piel contiene el mismo código genético que una célula sanguínea. Por tanto, buscar ese código que gobierna todo el Universo es indagar en el espíritu, sin caer en fabulaciones supersticiosas, pero sin negar una parte de la realidad aún por descubrir.

11 de diciembre de 2011

La teoría de las inteligencias múltiples


Según la teoría de Howard Gardner, no existe una inteligencia única aplicada a diferentes ámbitos sino múltiples inteligencias. Es decir, una persona nace con un conjunto de habilidades que lo hacen idóneo para desempeñar unas determinadas funciones. Siguiendo esta teoría existirían las siguientes inteligencias: lingüística, lógica-matemática, espacial, musical, corporal-cinestésica, interpersonal, intrapersonal y naturalista. Su teoría encierra una crítica a los sistemas educativos que se basan en la enseñanza matemática y lingüística casi en exclusividad y que no se adapta a las inteligencias divergentes de los distintos alumnos. No obstante lo anterior, cada individuo posee todas estas inteligencias en mayor o menor medida y la función de los sistemas educativos debiera consistir en estimularlas todas adaptando los sistemas de enseñanza a las peculiaridades de cada individuo, para evitar que existan individuos que destaquen en una inteligencia y tengan otras mermadas. Ese desarrollo global de todas las inteligencias se debe acometer antes de que se aborde la preparación profesional o universitaria cuando la especialización necesaria hace que determinadas facetas no se puedan desarrollar con plenitud. La cultura humana está dotada de funciones extremadamente tan especializadas como diferentes entre sí. Pensemos en médicos, músicos, pilotos de aviación, bailarines, científicos, escritores, monjes, psicólogos, etc. Cada uno de ellos explota al máximo sus cualidades en un determinado ámbito. Solo una preparación anterior a su especialización puede prevenir que se desarrolle con enormes lagunas en determinados ámbitos intelectuales.

2 de diciembre de 2011

Adaptación al medio



El ser humano tiene tres formas diferentes de adaptarse al entorno en que vive. La primera de ellas es la vía evolutiva, compartida con el resto de especies vivas. Mediante pequeños cambios genéticos, los organismos de una misma especie se enfrentan de distinto modo al entorno. Aquellos que expresan características que los hace fuertes frente al medio sobrevivirán y se reproducirán. Mientras, aquellos que mueran antes de reproducirse debido a que sus características los hace incompatibles con el medio, no podrán transmitir esas cualidades a la futura generación. De esa forma, unas características genéticas permanecen en la especie, mientras otras desaparecen. Esta forma de adaptación es extremadamente lenta y requiere el paso de múltiples generaciones para ser efectiva. Este es el mecanismo que dio origen, por ejemplo, a la bipedestación, al razonamiento abstracto o al pulgar oponible.
La segunda forma de adaptación es fisiológica. El organismo cuenta con varios mecanismos de adaptación que le permite modificar su estructura y funcionamiento para adecuarse al entorno. El tiempo que media en estos procesos puede ser desde unos pocos segundos a varios años. Entre los procesos más rápidos se encuentra la apertura del iris para adaptarse a la luz excesiva o la secreción de adrenalina para preparar el cuerpo y disponerse a huir o luchar. Por su parte, entre los procesos lentos se encuentra la coloración de la piel para responder a la intensidad de luz solar o la musculación que nos permite realizar trabajos más intensos.
Los anteriores procesos son compartidos con muchas las especies animales, pero además, el hombre dispone de un mecanismo adaptativo que lo hace único. Se trata de la cultura. La cultura es la sabiduría acumulada y transmitida de generación en generación. Mediante esos conocimientos heredados, el hombre aprende a protegerse del frío, a construir cobijo o a obtener alimentos. Un ser humano que creciera aislado de sus semejantes y, por ende, privado de esos conocimientos culturales, tendría ciertas capacidades para sobrevivir, pero estaría en clara desventaja adaptativa y su esperanza de vida quedaría notablemente mermada. Por tanto se reducirían sus probabilidades de llegar a reproducirse.