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27 de mayo de 2011

La división del conocimiento



Desde que el hombre se preguntó por primera vez quién era y qué hacía en el mundo, son muchas las respuestas que ha obtenido por medio de distintas vías. Religión, filosofía y ciencia constituyen distintas vías para acceder al conocimiento del mundo que nos rodea. En la actualidad, las distintas disciplinas que indagan en el conocimiento de la realidad tienden a contemplarlo todo desde sus estrechos ángulos sin hacer concesiones a las otras disciplinas o enfoques. Esto no solo se produce entre religión y ciencia, sino incluso entre distintas disciplinas científicas. Un biólogo tendrá una visión muy diferente de la realidad de la que tendrá un sociólogo o un astrónomo. Estos a su vez diferirán en sus percepciones respecto de un teólogo o un filósofo. El avance en el conocimiento ha supuesto una especialización progresiva y una pérdida de la visión holística. Cada disciplina enseña a contemplar el mundo desde su prisma soslayando los demás puntos de vista y conduce a una visión reducida de la realidad. Un químico tiende a ver todo como agregados químicos; un biólogo, como asociaciones celulares, y así todos. A su vez, las distintas culturas enfrentan la realidad desde enfoques opuestos que hacen percibir el mundo de formas muy distintas. Solo un esfuerzo por aunar todos estos enfoques, sin ingenuidad pero sin arrogancia, pueden proporcionarnos las leyes que gobiernan el Universo. Esas leyes que están presentes tanto en la estructura de las galaxias como de las células animales, tanto en las estrellas como en personas. Esas leyes generales tienen que ser las que condicionen el desarrollo de las múltiples disciplinas que se acercan al conocimiento global de la realidad.

21 de mayo de 2011

La cultura es todo



Tendemos a emplear el término cultura en su acepción más restringida, como producción artística. Es corriente escuchar frases como el mundo de la cultura para referirse al mundo del cine, la literatura o la música. Y si bien, es cierto que todo el arte es cultura, también es cierto que no toda la cultura es arte. La cultura lo impregna todo en nuestras vidas, el lenguaje, la alimentación, la convivencia, la reproducción, el trabajo, la política, la religión, etc. La cultura lo es todo. Al menos es todo aquello que no es transmitido por medio de los genes. Donde termina la genética comienza la cultura. La cultura se transmite de generación en generación de forma que desde que venimos al mundo nos vemos inmersos en ella sin ser conscientes. La cultura es el conjunto de conductas aprendidas que dan sentido a nuestras vidas, es lo que nos dice cómo tenemos que actuar en cada momento. Sin la cultura, el hombre sería una bestia descontrolada y asustadiza. Es la cultura la que modela nuestro comportamiento y nos ata a la sociedad. Una vez que nació la cultura se quedó en nuestra especie y ha ido evolucionando con nosotros de forma paralela a la propia evolución física. Ambas evoluciones se influyen mutuamente. La ventaja de la cultura es que precisa de menos tiempo para adaptar al individuo a las situaciones cambiantes. Pensemos en una especie animal sometida al frío que precisa desarrollar una cubierta de pelo para protegerse. Puede tardar miles de años. El hombre soluciona esta vicisitud cubriéndose con pieles de animales muertos. La cultura nos permite adaptarnos al entorno de forma instantánea. Es gracias a la cultura que somos lo que somos.

18 de mayo de 2011

La transmisión de la consciencia



Tardamos años en pasar de niños a adultos. Primero será el cuerpo el que adquiera las facultades necesarias para recibir las enseñanzas que nos conducirán a la consciencia. El cuerpo es el recipiente. Incluso el cerebro no es más que un órgano especializado incapaz de desarrollar la consciencia sin la asistencia de la cultura que emana de nuestra vida en sociedad. Aprendemos a ser nosotros mismos en sociedad, sin ella no seríamos muy distintos de los animales salvajes. Son las sociedades, tanto tribales como estatales, las que nos transmiten las consignas de lo que somos, lo que nos cabe esperar, cómo debemos ver el mundo y qué lugar tenemos en la sociedad. Ulteriormente todos participamos en la evolución de la sociedad y en algún momento comenzamos a transmitir esas consignas u otras elaboradas por las nuevas generaciones a nuestros descendientes. Somos recipientes vacíos que nos llenamos a lo largo de nuestra vida con instrucciones que nos estimulan la consciencia. Cuando rebasamos cierto nivel comenzamos a llenar recipientes vacíos con nuestro contenido consciente. Así, la rueda de la vida y la consciencia sigue girando sin parar, creando nuevas formas de vida y de inteligencia, encarnadas en nuevos seres que a su vez reelaborarán esas consignas para transmitirlas de nuevo.

14 de mayo de 2011

El hombre del futuro



El hombre del futuro no abandonará la tecnología que ha desarrollado en los últimos siglos. Profundizará su desarrollo y descubrirá posibilidades impensables hoy día. Pero quizá el mayor logro del hombre del futuro sea el descubrimiento de su interior. Cuando oriente y occidente junten sus sabidurías, hoy inconexas, alcanzarán cotas en el conocimiento del hombre revolucionarias. Se descubrirá el poder curativo de la mente, la capacidad de moverse por el mundo sin correr peligro o de obtener conocimiento por medio de la mente emocional. Se descubrirá el poder de comunicarse a distancia, de mover objetos con la mente o de sumergirse en estados alterados de la conciencia. Todos estos poderes son mucho más que veleidades de la ciencia ficción, son posibilidades que nuestra mente puede alcanzar mediante la selección natural y artificial y a través del aprendizaje temprano. Será un regreso al interior sin soslayar el exterior. El hombre del futuro estará más capacitado para regular el planeta Tierra y aquellos otros que conquistemos. Será dueño de su cuerpo, su mente y su destino. Será a la vez independiente y cooperador, mantendrá su autonomía de pensamiento y defenderá sus posiciones, pero respetará las ajenas y se ofrecerá para buscar soluciones comunes. Será un gran elemento que gestionará con eficacia la información puesta en sus manos. El hombre del futuro escribirá su propio futuro.

La medida de todas las cosas



Hemos tenido que superar el antropocentrismo, el geocentrismo e incluso el heliocentrismo para darnos cuenta de la posición que ocupamos en el Universo. Es una posición discreta, sutil, en cuanto que el nicho que habitamos es una diminuta esfera de roca que gira suspendida gravitatoriamente en torno a una estrella amarilla corriente, como los millones que salpican el firmamento. Somos ínfimos pero estamos en una posición privilegiada para conectar realidades en el espacio y el tiempo. El hombre se encuentra entre lo macroscópico y lo microscópico, entre el pasado y el futuro. Existen motivos sobrados para aceptar como válido el axioma de que el hombre es la medida de todas las cosas. Para conocer el Universo macro y micro se puede extrapolar lo que ya sabemos sobre el hombre. Dicho de otro modo; conociendo al hombre se puede conocer al Universo. Porque el hombre es materia, es energía, es conciencia, es espíritu, igual que el Universo. Las escalas superiores tienden a reproducir las características de las menores. Por tanto, el hombre están en la encrucijada espacial y temporal entre lo diminuto y lo descomunal, entre lo pasado y lo futuro y desde esa posición privilegiada se puede preguntar por la naturaleza de la realidad partiendo de lo que sabe sobre sí mismo.

10 de mayo de 2011

La eventualidad del ser



Acostumbramos a percibirnos como seres permanentes, estáticos. Nos miramos y no percibimos las diferencias de un día a otro, entonces creemos que seguimos igual, que nada ha cambiado. Al fin y al cabo, creemos, la vida es muy larga. El cuerpo lo contemplamos como una máquina duradera. Sin embargo, sería más acertado asimilarnos a la llama de una vela o al caudal de un río. Somos efímeros. Cada día nos desprendemos de células muertas sin que lo percibamos. Si pudiéramos comparar nuestro cuerpo con el que teníamos veinte o treinta años atrás nos daríamos cuenta de que las moléculas que formaban aquel han desaparecido todas y han sido reemplazadas progresivamente por otras. Somos la confluencia de varios ciclos energéticos. En nosotros entra energía, agua, nutrientes, aire, y todo ello vuelve a salir. Nada permanece. Somos un paquete de información que transforma la materia y la energía que nos circunda. Pasados unos años, ese paquete se disuelve y pasa a formar parte de otros paquetes de información que continuarán transformando el entorno.

4 de mayo de 2011

Vencer los miedos irracionales



Los miedos se vencen con la acción, enfrentándose a ellos. Esa es la norma general. La mayor parte de los miedos obedecen a patrones heredados por vía genética que en nuestro pasado evolutivo desempeñaron el importante papel de mantenernos lejos de peligros. Hoy, cuando la mayor parte de los peligros están bajo control, nuestros miedos se disparan de forma innecesaria ante amenazas insignificantes. Estas situaciones nos conducen hacia el estrés, que no es otra cosa que la configuración del organismo bajo amenaza. Sin embargo, pese al origen genético de esos patrones conductuales, podemos adaptar nuestras percepciones y nuestras percepciones con una adecuada educación desde la infancia, que nos enseñe qué elementos constituyen verdaderos peligros y cuáles no. En la edad adulta se puede recurrir a la asimilación por medio de la acción. De todos es sabido que el miedo que sentimos al enfrentarnos a determinadas situaciones por primera vez a ellas, va desvaneciéndose con el tiempo. Ya se trate de hablar en público, saltar de un avión en paracaídas, sostener una tarántula en la mano o confesar algo de lo que nos avergonzamos. En todos los casos se pierde el miedo enfrentándose directamente a la situación manteniendo ciertas medidas de control para no fracasar y caer en un pánico irreversible. Se puede comenzar por aproximaciones prudentes, situaciones virtualmente similares a las que queremos enfrentar, hasta que nos demos cuenta de que son asequibles y podamos acometer el desafío final. Solo en los casos patológicos habría que recurrir a terapias conductuales, en las que un médico o psicólogo nos guía para enfrentarnos al miedo irracional de forma controlada. Pero en la mayor parte de los retos bastará con una buena dosis de voluntad y prudencia para acercarse al objeto de nuestros miedos y vencerlo, pues se trata, al fin y al cabo, de algo que está en nuestro interior.

2 de mayo de 2011

La eterna búsqueda de la partícula elemental



Ya en la época de la Grecia clásica se tenía la necesidad existencial de demostrar que toda la materia se componía de partículas indivisibles. Posteriormente y gracias a los avances de la ciencia se denominó a esa partícula átomo, lo que en latín se traducía como "indivisible". Sin embargo ese concepto no tardó mucho en quedar obsoleto, tras el descubrimiento de electrones, protones y neutrones. Pero este nuevo descubrimiento tampoco duró eternamente, pues los nuevos avances en la tecnología de los aceleradores de partículas ha permitido descubrir nuevas partículas de las que forman parte, entre otras partículas, los protones y los neutrones. Hasta ahora, la relación de partículas queda resumida en seis quarks (arriba, abajo, encanto, extraño, cima y fondo), seis leptones (electrón, muón, tau, electrón neutrino, muón neutrino y tau netrino) y cuatro bosones (fotón, gluón, bosón Z y bosón W). Pero no hay nada que nos impida esperar a que nuevas colisiones más potentes descubran otros componentes en el interior de los anteriores y nos revelen la infinitud de la materia y su esencia energética. Quizá habría que centrarse en descubrir la esencia subyacente a toda este inventario de partículas. Es decir, descubrir las interacciones que conducen a la cohesión de la materia y las que conducen a la dispersión, la búsqueda del ying y el yang, el equilibrio entre extremos.