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28 de enero de 2013

El locus de control en las emociones

En psicología se habla del locus de control para referirse al origen atribuido a las emociones, por parte del individuo. En concreto se diferencia entre locus de control externo, cuando el sujeto responsabiliza de sus emociones a factores externos, como el trato que le dispensan los demás o su pasado, y locus de control interno, cuando sitúa el origen de sus emociones en sí mismo. Se cree que tres de cada cuatro personas en occidente poseen el locus de control externo. Esto significa que abundan las personas que no se sienten responsables de sus emociones, tanto si estas son positivas, como negativas. Ninguno de los extremos son óptimos para una adecuada salud mental, pero en general, el locus de control externo genera en los individuos un sentimiento victimista y lo disocia del control de sus emociones. Estos sujetos tienen la tendencia a considerar que el mundo es injusto con ellos, cuando la fortuna no está de su lado y cuando sí lo hace, tienden a idolatrar a las personas que consideran responsables. Aunque un excesivo locus de control interno puede derivar en tendencias narcisistas o sentimientos de culpabilidad, es preferible que el locus de control externo, porque otorga al sujeto el control de sus emociones. Ejercer el control emocional tiene la enorme ventaja de que el individuo puede objetivar cualquier acontecimiento y distanciarse lo suficiente, como para no sucumbir a las emociones primarias. De este modo, puede experimentar emociones normalizadas, pero siempre dentro de unos límites saludables.