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29 de noviembre de 2009

La superstición y el origen de la religión

Encontramos en la superstición una forma embrionaria de religión individual mediante la cual, el ser humano relaciona eventos aparentemente sin conexión alguna. Constituye un acercamiento primario a las relaciones existentes entre los distintos fenómenos aunque algunas de sus conclusiones puedan resultar inexactas o incompletas. Todas las religiones constituyen una evolución de estas prácticas individuales al convertirse en prácticas sociales o prácticas compartidas por una comunidad. Aunque la superstición tenga la apariencia de inane, tiene un sustrato racional que merece nuestra atención, pues es fruto de la necesidad humana de encontrar sentido a cuanto acontece a nuestro alrededor. Al vincular unos eventos con otros anteriores o con otros venideros se intenta encontrar las leyes que gobiernan el Universo. Es un intento de comunicación entre el individuo y aquello que nos transciende. Con aquello que en las religiones sociales se conoce como Dios.

15 de noviembre de 2009

La guerra como fenómeno social


La guerra es uno de los mecanismos que emplean las sociedades para mejorar su posición respecto de otras sociedades rivales. Existen otros mecanismos como la negociación, el arbitrio o la disuasión, pero no siempre resultan viables para ambas partes. Una sociedad emprende una guerra cuando tiene mayores expectativas de alcanzar beneficios que pérdidas, y aunque resulte deleznable, todas las potencias que declaran la guerra son conscientes de antemano de que van a sufrir la pérdida de vidas humanas dentro de su propia sociedad, pero esperan que los beneficios superen esas pérdidas. O dicho de otro modo; esperan que las vidas de los muertos sirvan para que los vivos tengan una vida mejor.
Aunque la guerra es un despliegue de violencia a gran escala, ésta siempre es administrada conscientemente. Se trata de una violencia administrada con unos fines precisos. La percepción de irracionalidad se encuentra en el campo de batalla, pero desde los cuarteles generales se percibe de un modo diferente, siempre bajo unos límites racionales.
De lo anterior, tal vez quepa deducir que las guerras son inevitables, porque siempre habrá motivos para que una sociedad tenga mayores expectativas de beneficios que de perjuicios si declara la guerra a un enemigo más débil, pero no es así. La tecnología nuclear ha traído la inesperada consecuencia de la paz, pues su empleo siempre conllevaría mayores perjuicios que beneficios para ambos contendientes. La guerra fría se dirimió sin entrar en combate abierto por medio del poder disuasorio. Pero éste no es el único avance. La irrupción de los medios de comunicación de masas en los campos de batalla ha permitido que todo el mundo tenga acceso a la crueldad de las imágenes y tome conciencia de las consecuencias de la guerra. Cada vez son más las sociedades que repudian las guerras como medio solucionar conflictos, por lo que parece que el escenario del futuro será el de un equilibrio más o menos tenso salpicado tal vez por pequeños brotes violentos procedentes de facciones sin rango de estado.