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24 de abril de 2012

Las fronteras de la vida

La frontera entre lo vivo y lo inerte es difusa. Tan difusa que se hace difícil determinar con precisión a qué lado de esa frontera situar determinados elementos. ¿Está muerto un animal cuando su cerebro acaba de morir, pero sus células aún siguen vivas? ¿Está muerto un virus informático que nace, se reproduce infectando computadoras y muere atacado por antivirus? ¿Está vivo un virus capaz de permanecer en estado latente durante largo tiempo, sin modificar su estructura, sin interactuar, sin tener ninguna actividad física? ¿Está muerto un robot dotado de inteligencia artificial? Es difícil establecer una frontera clara entre lo inerte y lo vivo porque son propiedades continuas de la materia. Es difícil porque nuestro cerebro comprende mejor las categorizaciones dicotómicas que le ayudaron a evolucionar, peligroso-inocuo, tóxico-comestible, lucha-huida, etc. Esas categorizaciones que antaño nos ayudaron, hoy limitan nuestra capacidad de comprender un universo en el que todo es continuo. La energía evoluciona hacia materia, la materia evoluciona hacia la vida, la vida hacia la consciencia y la consciencia hacia la tecnología. Y todo ello en un proceso sin solución de continuidad. La energía universal tiene la potencialidad de evolucionar hacia formas complejas de organización. El fuego, la tierra, el agua, la vida, el ser humano, no son más que formas complejas de organización de la energía universal.

20 de abril de 2012

La búsqueda de vida fuera de la Tierra

La búsqueda de vida fuera de nuestro planeta podemos dividirla en dos etapas con sendos modelos de predicción. La primera fase concentró los esfuerzos científicos en localizar formas de vida en los planetas del sistema solar. Esta etapa está caracterizada por cierta ingenuidad, al creer posible que formas de vida antropoides pudieran poblar todos los planetas conocidos. Superada esta fase y evidenciada la ausencia de vida en el sistema solar, incluidos los satélites, fuera de nuestro planeta, se entró en la segunda etapa, en la que se intenta localizar vida en planetas fuera del sistema solar, conocidos como exoplanetas. El satélite espacial Kepler ha descubierto más de un millar de planetas, muchos similares a la Tierra en tamaño y proximidad a la estrella. Este hecho ha ampliado la esperanza de encontrar alguna forma de vida extraterrestre, de forma significativa. 
Sin embargo, quisiera poner de relieve un hecho que viene marcando la historia de la búsqueda de vida fuera del sistema solar, y es la restricción de esa búsqueda a espacios similares a nuestro planeta. Es decir, buscamos vida en planetas que tengan un sustrato rocoso, que se encuentren en una franja de distancia a la estrella similar a la Tierra, que tengan unas dimensiones parecidas y a ser posible que disponga de agua y atmósfera. Pero estas características quizá no sean requisitos para la vida por el hecho de que así haya sido en la Tierra. El descubrimiento de bacterias extremófilas, que viven en ambientes con extrema acidez, soportando radiaciones o temperaturas extremadamente elevadas, debería hacernos reflexionar sobre los límites de la vida.
Por tanto, debemos estar preparados para encontrar formas de vida en ambientes muy diferentes de nuestro singular planeta. Nada debería hacernos descartar la búsqueda de vida en planetas líquidos, cometas o incluso en nubes de polvo.

18 de abril de 2012

Los caprichos de la memoria


La memoria es el archivo de las experiencias humanas. Es el registro donde quedan impresos las vivencias y los conceptos significativos para la supervivencia. Por tanto, la memoria es un instrumento evolutivo al servicio de la supervivencia. Y es por eso que sólo memorizamos las experiencias que se sitúan en el extremo de la significación. Es decir, aquellas que nuestra mente considera positivas o negativas, mientras que las neutras las rechaza. Ese es el proceso natural de la memorización. Aquellas experiencias que están revestidas de emociones intensas son grabadas de forma indeleble, mientras que las rutinarias son rechazadas de forma sistemática.
Ahora bien, ¿cómo podemos inducir a la memoria para que grabe una experiencia o un dato que a priori le resulta irrelevante? Nuestra mente racional tiene mecanismos capaces de inducir a la memoria para que registre aquello que considera de importancia, aunque se resista a registrarlo de forma automática. La forma consiste en recrear la experiencia artificialmente revistiéndola de emociones intensas mediante la imaginación activa. Dicho de otro modo, consiste en imaginar aquello que queremos memorizar como si lo estuviéramos experimentando de forma intensa. Esa intensidad puede ser tanto negativa como positiva. Podemos imaginar que aprobamos un examen, agregando todos los detalles de ese evento, los rostros de nuestros compañeros, la emoción interna, las respuestas correctas, el orgullo, la celebración posterior, etc. Así mismo, podemos agregar emociones intensas negativas a aquellos eventos imaginarios que queremos desterrar de nuestro futuro, como accidentes, enfermedades, fracasos o decepciones. Si añadimos sensaciones negativas a dichos eventos disminuiremos o anularemos las probabilidades de que se produzcan, pues nuestra mente nos dirige hacia aquellas situaciones interpretadas como positivas. En resumen; la mejor forma de evitar una situación en el futuro es considerarla emocionalmente negativa y la mejor forma de atraerla es considerarla emocionalmente positiva. La memoria es una herramienta heredada por la evolución al servicio de la supervivencia que podemos emplear de forma proactiva como constructora del futuro, dotándola de los elementos que le dan sentido, que no son otra cosa que las sensaciones vívidas, tanto las espontáneas como las inducidas racionalmente.

14 de abril de 2012

El origen de la vida sobre la Tierra

El origen de la vida sobre la Tierra se ha intentado explicar de múltiples formas según la época histórica a que nos traslademos. Superadas las fases supersticiosa y religiosa, donde dicho origen se intenta explicar de forma sobre natural, llegamos a los estudios científicos que intentan recrear el mundo tal como era cuando las primeras formas de vida surgieron en él. El experimento más conocido es el del científico estadounidense Stanley Lloyd Miller, quien introdujo en una esfera de vidrio compuestos simples como agua, amoniaco, metano e hidrógeno, le aplicó descargas eléctricas y obtuvo como resultado compuestos orgánicos precursores de la vida, como aminoácidos. 
Este experimento dio lugar a la teoría de "la sopa primitiva", según la cual se cree que la vida surgió en charcas donde abundaban compuestos como los mencionados y que la actividad eléctrica de las tormentas facilitaron la formación de elementos orgánicos más complejos.
Sin embargo, hoy día se ha descubierto formas de vida simple cerca de las chimeneas submarinas. Estas estructuras nacen de la actividad volcánica bajo los océanos, donde abundan compuestos químicos, y están sometidas a enormes presiones y temperaturas. En principio lugares poco aptos para la vida, pero la vida se abre camino en esas circunstancias. Esta hipótesis tiene algunos aspectos fuertes a su favor. Mientras que las tormentas suponen eventos aleatorios, la actividad volcánica bajo los océanos se puede considerar como continua. Este hecho aumenta las posibilidades de que estas fumarolas submarinas sean las auténticas fábricas de la vida, al disponer de energía y tiempo "ilimitados" para formar nuevas sustancias. Además, la abundancia de sustancias precursoras de las moléculas complejas de los organismos vivos facilitaría esa síntesis. Por último, esta teoría no limita el origen de la vida a una época de la evolución del planeta sino que la traslada a un lugar determinado, por tanto, si se confirma esta hipótesis, se abriría un insólito campo de estudio, pues estas chimeneas podrían estar produciendo "vida" en la actualidad.
A falta de una teoría plausible, la hipótesis de las chimeneas submarinas parece contar con suficientes piezas para explicar el origen de la vida.

4 de abril de 2012

Qué son los frenemigos

El término "Frenemigo" fue acuñado por el periodista norteamericano Walter Winchell, como contracción de las palabras Friend y Enemy, para referirse a los individuos que en el fondo desean el fracaso de sus amigos. Pronto comenzó a emplearse este término para describir las situaciones en las que un amigo perjudica a otro voluntaria o involuntariamente. El gran problema de los "frenemigos" es que son personas afectuosas y  generosas, lo cual hace muy difícil identificarlos como potencialmente perjudiciales. Estos individuos, llegado el momento, sienten placer al ver cómo fracasan sus amigos. Porque en realidad son rivales y siente envidia de sus éxitos. Las conductas que muestra este tipo de "amigos" es muy diversa, pero existen algunas pistas que nos pueden guiar. Cuando están a solas con el amigo suelen mostrar su lado más amable y generoso, pero delante de otras personas no escatimarán a la hora de ridiculizarlo o denigrarlo. Aprovechará cualquier debilidad para ponerla en evidencia en público. Otra conducta habitual es la que se conoce como "chantaje emocional"; después de mostrar el "frenemigo" su generosidad, agasajando con pequeños regalos a algún amigo, le pedirá alguna compensación, a la que el último no podrá negarse por temor a resultar "desagradecido". Un caso extremo de esta conducta la encontramos en los pequeños traficantes de droga. Después de "invitar" a pequeñas dosis al incauto amigo, este se sentirá obligado a comprar más dosis en el futuro, aunque solo sea por agradar a su "generoso" amigo. Identificar a los "frenemigos" es una tarea delicada, porque se suelen esconder detrás de una apariencia de generosidad, afecto e incluso de lisonjería. Solo podemos confiar en nuestra intuición y determinar si esos falsos amigos nos hacen sentir bien o mal. Si después de estar con ellos nos sentimos mal, lo más probable es que no sean amigos, sino "frenemigos".

2 de abril de 2012

La extensión de la inteligencia humana por el Universo


Podemos contemplar la conquista del espacio como simples logros tecnológicos, como algo puramente humano, pero también podemos tener una visión diferente. La carrera espacial ha puesto hombres en la órbita de la Tierra, en la superficie de la Luna y algún día lo hará en Marte y en otros lugares más lejanos. Con esos logros se ha conseguido ampliar el horizonte de conocimiento que el hombre tiene sobre el Universo y sentar las bases para una posible mudanza a otros mundos en el futuro. Pero viéndolo desde otra escala, lo que también se ha hecho es plantar semillas de vida en lugares que estaban inertes. Cuando el hombre pisó la Luna era el único ser vivo que había sobre su superficie. Podemos decir que la vida en su conjunto, Gaia, ha crecido. Ahora no se limita a la superficie terrestre, abarca el espacio orbital. Pero hay más. Ingenios humanos han aterrizado en Venus o en Marte mientras otros están próximos a abandonar el sistema solar, lo cual hace que la tecnología humana transcienda el espacio que ocupa el propio hombre. La inteligencia humana abarca el sistema solar. El futuro deparará mayores logros que los alcanzados en la embrionaria conquista espacial y las generaciones venideras verán cómo la vida y la inteligencia humana se extienden inexorables por el espacio.