Social Icons

.

28 de abril de 2011

Seguridad en uno mismo



Tendemos a percibir el mundo en función de cómo es nuestra vida. Esto quiere decir que proyectamos nuestro miedo y nuestra inseguridad hacia el mundo. Si vivimos arriesgando constantemente es previsible que tengamos una visión catastrofista del mundo en que vivimos. Si por el contrario nos aseguramos de tener confianza en nosotros y en nuestra capacidad de adaptación a las vicisitudes que aparezcan, veremos el mundo como una fábrica de oportunidades. Debemos tener presente que la visión que tenemos del exterior es solo una proyección de nosotros mismos. Existen peligros objetivos, pero con una adecuada formación estaremos preparados para sortearlos adecuadamente sin necesidad de ver el mundo como hostil. En la actualidad casi todo el mundo tiene verdadera obsesión por la seguridad física, la del entorno, la casa, el negocio o la propia vida. Se rodean de cerraduras de seguridad, cajas fuertes, alarmas, seguros de vida o incluso armas de fuego. Este hecho refleja una percepción del mundo como hostil y por ello se rodean de medidas de seguridad para hacerle frente. Pero ello no es más que un reflejo de la escasa confianza en uno mismo y en los propios pasos dados. Si hemos contraído deudas o enemistades es previsible que vivamos en constante sensación de inseguridad y que tengamos la permanente sospecha de que vendrán a devolvernos el golpe. Si por el contrario vivimos en paz con todo el mundo sentiremos que todo nuestro entorno, como los vecinos, las fuerzas de seguridad, la familia o los amigos constituyen un entorno que en realidad nos brinda seguridad y viviremos con total tranquilidad con un mínimo de precauciones básicas.

24 de abril de 2011

El poder de los deseos



Desear es algo innato en el hombre, todo el mundo desea algo alguna vez, aunque sea que todo siga igual. Pero no todas las personas ven cumplidos sus deseos, y las que los ven cumplidos, tal vez no los vean como querían. ¿Cuáles son los mecanismos que conectan algo tan subjetivo como los deseos con la objetividad de su realización? ¿Es suficiente con desear algo mentalmente?
Encontramos diversos mecanismos que hacen que nuestros deseos se cumplan. El primero es la socialización del deseo; es decir, hacer a las personas de nuestro entorno partícipes de nuestros deseos. De esa forma ellos contribuirán a que nos aproximemos a su realización. Un segundo mecanismo más sutil es el que brinda la ley del karma, que dice que cuanto ofrezcamos al mundo nos será devuelto proporcionalmente. Por tanto, si buscamos generosidad no debemos esperarla ofreciendo tacañería sino mostrando generosidad. Por último existe un mecanismo aún más etéreo, que es el del pensamiento materializado, que consiste en recrear mentalmente la escena en la que alcanzamos nuestro deseo. Según este mecanismo, nuestra mente quedará impregnada por ese pensamiento y condicionará todas nuestras acciones, de modo que nos iremos aproximando a la consecución de nuestro deseo de forma inconsciente. La potencialidad de este mecanismo radica en su capacidad de emular todos las detalles que rodean la escena del deseo, de tal forma que nos previene de posibles inconvenientes. Y es que siempre tendremos que tener clara la diferencia entre deseo y capricho si queremos ver cumplidos nuestros verdaderos deseos.

19 de abril de 2011

Consciencia y peligro



Vivimos en un mundo en el que la percepción del riesgo parece abrumadora. Nos sentimos tan expuestos  a riesgos de todo tipo que ni siquiera la comodidad del hogar parece libre de peligros para nuestra integridad. Accidentes laborales, domésticos, de circulación, seísmos, tornados, radiaciones, etc. constituyen un amplio repertorio de peligros que nos acechan. Siendo esto cierto veremos cómo el aumento de la consciencia nos hace movernos por el mundo sorteando los peligros sin tener que refugiarnos en un búnker. Consciencia y peligro son dos dimensiones antagonistas, cuando aumenta la consciencia disminuye el peligro y cuando disminuye, hace que aumente el peligro. La Consciencia es la capacidad de integrar en la mente la realidad circundante. Esa capacidad hace que dispongamos de un mapa mental en el que está representado el mundo que nos rodea hasta donde nuestro conocimiento nos lo permite. Somos conscientes del peligro que supone un meteorito o una erupción solar sencillamente porque hemos adquirido ese conocimiento. Por tanto la consciencia es una suma de nuestros conocimientos y nuestra experiencia que conforma un esquema de consulta permanente. Ese esquema nos permite desenvolvernos por el mundo sin tener la atención constantemente centrada en los peligros que nos rodean, dejando libres los sentidos para otras tareas y ahorrando una considerable energía. De esta forma actuamos con normalidad guiados por los límites que nos impone la consciencia y solo en el caso de un peligro inminente e inesperado actúan los sentidos para alertarnos. En definitiva, la consciencia nos traza senderos virtuales por los que transitar con un grado aceptable de seguridad.

15 de abril de 2011

Lo que nos queda por conocer



En todas las épocas del hombre se ha tenido la percepción de que se sabía cuanto se necesitaba saber sobre la realidad. Aquello que escapaba al alcance de las manos se conjeturaba como creaciones mágicas o místicas y se solucionaba el asunto. Hoy no estamos exentos de esa autocomplacencia y tendemos a dar por cerrado el conocimiento del Universo y de la realidad en virtud de nuestros cálculos matemáticos que no son más que sustitutos de la magia y la religión acordes a nuestro tiempo. Tal vez una leve mirada a nuestro inmediato pasado nos debiera devolver a nuestra humilde posición respecto del conocimiento general. Hace cinco siglos desconocíamos el Universo más allá de nuestro sistema solar, ignorábamos que la Tierra orbitaba en torno al Sol y ni siquiera sabíamos que nuestro planeta era esférico y que nos quedaba por descubrir continentes enteros. Cinco siglos en tiempo geológico es un instante. Hasta el siglo pasado desconocíamos la inconmensurable cantidad de galaxias que componen el Universo y la a su vez apabullante cantidad de estrellas de que se compone cada una de ellas. El descubrimiento de planetas fuera del sistema solar es cuestión de las últimas décadas. Por todo ello y como ejercicio de humildad deberíamos reconocer que aquello que sabemos es ínfimo en comparación con lo que ignoramos y prepararnos para descubrir nuevos mundos, nuevas realidades e incluso nuevas formas de vida y de inteligencia, sin caer en fantasías pero sin descartar posibilidades. La verdadera sabiduría no reside en creer saber mucho sino en reconocer lo mucho que queda por saber.

13 de abril de 2011

Lo que hace único al ser humano



Cualquier intento por delimitar las características que hacen único al ser humano puede ser refutado con el tiempo y las investigaciones sobre el mundo animal, pero no por ello debemos soslayar aquello que nos separa de las especies animales más próximas. Se han barajado muchos aspectos como definitivos en ese intento de determinar cuál es la característica fundamental que hace único al ser humano frente al resto de especies. Entre esos aspectos se cita el lenguaje, el simbolismo, la inteligencia, la cultura, etc. Solo el simbolismo ha resistido la prueba del tiempo por el momento, pues no se puede negar que existen especies animales dotadas de lenguaje, inteligencia o manifestaciones rudimentarias de cultura.
Sin embargo tendríamos que dirigirnos al origen de todo para comprender de dónde procede nuestra singularidad. Damos por supuesto que hace unos cuatro millones de años hubo en África una modificación del hábitat que dio paso de la selva arbolada a las sabanas, que se caracterizan por extensas superficies descubiertas y escasos árboles separados en el espacio. Este hecho propició la bipedestación de los primates existentes en aquella época, pues su marcha cuadrúpeda, a diferencia de otras especies, era poco eficaz para desplazamientos largos. La evolución podría haberlos dotado de una marcha cuadrúpeda eficaz pero siguió el camino de la bipedestación con los cambios anatómicos que ello generó. Entre estos cambios el más importante es el del estrechamiento de la pelvis en la madre; hecho que obliga a que los fetos tengan que nacer antes de su completa maduración como sucede en el resto de mamíferos. Podemos observar a un potro recién nacido cómo se pone en pie y camina, frente a la vulnerabilidad del bebé humano.
Este hito en la evolución marcó el devenir de la especie humana. Esa vulnerabilidad de los neonatos dio paso a la institución humana más antigua: el matrimonio. Un macho dominante era incapaz de proporcionar seguridad a varias hembras con sus respectivas crías por lo que se generalizó la asociación de un macho a una hembra para garantizar la protección del recién nacido en sus primeros años y de la propia madre durante la lactancia. La fragilidad de la vida humana se sitúa en el centro de la evolución de la especie, pues todas las instituciones posteriores a la familia como el clan o la tribu constituyen asociaciones basadas en vínculos familiares para favorecer la supervivencia en entornos hostiles. Este camino recorrido por la evolución es el que hace al ser humano único entre las especies.

8 de abril de 2011

Relajación contra el estrés



El cuerpo y la mente se influyen mutuamente, lo sabemos cuando practicamos deporte, cuando escuchamos música o cuando estamos sometidos a situaciones tensas. El estrés, la ansiedad o el miedo son procesos mentales que se somatizan para preparar el cuerpo ante lo que considera una agresión física. El ritmo cardiaco y la respiración se aceleran, la sangre se moviliza hacia los músculos y la piel palidece. Ello es debido a  los vestigios de la evolución cuando nuestros ancestros tenían que disponerse a luchar o huir ante la presencia de depredadores. Ahora no solemos estar expuestos a depredadores pero sí a situaciones estresantes que nuestro cuerpo identifica con las anteriores. Lo ideal sería no dar lugar a vernos en estas situaciones pero en ocasiones son inesperadas o inevitables. Para alcanzar la relajación en estas situaciones podemos revertir el proceso mente-cuerpo enviando mensajes al cuerpo para que actúe igual que en una situación en ausencia de riesgos. Podemos adoptar una respiración lenta y relajada tomando el aire, reteniéndolo en los pulmones dos o tres segundos y expulsándolo despacio. En seguida observaremos que nos estamos calmando. Nuestro corazón volverá a su ritmo normal y nos sentiremos más seguros. Le hemos enviado a nuestro cuerpo el mensaje de que no tiene nada por que preocuparse. Ese tipo de respiración es incompatible con la presencia de depredadores, por lo que le haremos saber que no estamos en peligro, del mismo modo que nuestros ancestros cuando no estaban expuestos a depredadores.

4 de abril de 2011

La extensión de la inteligencia humana por el ciberespacio



Internet se ha convertido en el sistema nervioso del planeta, nosotros somos sus neuronas y la Red representa el conjunto de conexiones sinápticas de ese cerebro global. Supone una evolución respecto a lo que ha significado para la historia del ser humano el nacimiento de la escritura. En su momento, la escritura representó un hito transcendental en la medida en que el conocimiento humano podía almacenarse sin depender de la limitada e inestable memoria humana. Pero la computación y su interconexión en red ha supuesto una eclosión sin precedentes en la capacidad de almacenamiento y la velocidad de acceso al conocimiento. Como todo lo colectivo la Red establece sus propias normas y dirige su evolución aún a pesar de las restricciones y vetos que determinadas sociedades desean aplicarle. En el futuro la Red se extenderá por aquellas sombras que presentan los mapas de conexiones del mundo y dotará a toda la sociedad global de una enorme capacidad de predicción, la hará más versátil, más autoconsciente y más resistente a amenazas. Compartir el conocimiento redunda en beneficio de todos, tanto individuos como sociedades. Las sociedades herméticas tenderán a desaparecer como lo están haciendo los individuos herméticos. Finalmente la Red está destinada a extenderse fuera de nuestro planeta, allí donde se encuentre una extensión de la humanidad allí llegará la Red.

1 de abril de 2011

Meditación para sanar



Sanar no es curar. Curar consiste en vencer la enfermedad, sanar consiste en restablecer la salud. La salud no es la ausencia de enfermedad sino un estado en el que se disminuye la probabilidad de aparición de enfermedades. A nosotros nos interesa la sanación, el restablecimiento de la salud integral. En las sociedades occidentales se tiende a obviar todo cuanto tiene que ver con nuestro interior hasta que nos muestra los primeros síntomas de enfermedad y entonces sí le dedicamos algo de atención. Mediante la meditación nos adelantaremos a la enfermedad, no dejaremos que llegue a aparecer siquiera y si ya ha aparecido coadyuvaremos a su tratamiento. La meditación es un regreso a nuestro interior, un viaje dentro de nosotros. Pasamos todo el día volcados en el exterior, televisión, familia, amigos, literatura, etc. Podemos pasar años sin dedicarle siquiera unos minutos a nuestro interior. Para meditar no necesitamos conocer la anatomía interior, los órganos, aparatos y sistemas que operan en nuestro interior, simplemente debemos sentir.
En una posición relajada, lejos de ruidos y luces intensas realizaremos ejercicios de relajación a través de la respiración y comenzaremos un viaje por nuestro interior. Probablemente descubramos que en alguna parte de nuestro cuerpo tenemos pequeños dolores o tensiones en los que no habíamos reparado siquiera. Debemos centrarnos en ese foco de tensión, es un mensaje que nos está avisando de que hay algo que no va bien. Al centrar nuestra atención mental en ese foco, nuestro organismo obedecerá y enviará todos los recursos disponibles a la zona. La mente manda, el cuerpo obedece. No debemos negar el mal, sino concentrarnos en él, sentir todo el dolor que nos está transmitiendo. Cuanto más sintamos ese dolor que ya teníamos y no habíamos reparado en él, más cerca estaremos de la sanación. Con ello habremos contribuido a evitar que ese pequeño dolor degenere en enfermedad. Si la enfermedad está iniciada y estamos siguiendo un tratamiento ayudaremos en todo caso con la meditación a que la sanación sea más rápida y más duradera.