A veces subestimamos el poder de los pensamientos negativos en nuestra vida. La persistencia de este tipo de pensamientos nos mina por dentro lentamente. Los pensamientos negativos se originan por la vida en sociedad, de donde emanan los mensajes sublimes de triunfo o fracaso. Cuando no logramos alcanzar las expectativas sociales, recibimos señales negativas que degeneran en frustración. Esos pensamientos pueden ser modulados de distintas formas dependiendo de la personalidad de cada individuo. Así, las personas más decididas y optimistas tomarán esas decepciones como aprendizaje para los nuevos retos. Mientras que las personas más pesimistas y depresivas interpretarán el fracaso como algo consustancial a sus vidas. Creerán que son inferiores a los demás y entrarán en una espiral de pensamientos negativos en los que se lamentan continuamente por no ser mejores. Esos pensamientos negativos tienen el nocivo efecto de enraizar en la mente hasta el punto de formar parte de la personalidad individual. De esta forma, una o varias acciones fracasadas, que en principio no han de tener mayor relevancia, terminan por modificar la personalidad del individuo.
Pero los efectos perversos de estos pensamientos no cesan en este punto. Como hemos referido en otro momento, la mente altera el normal funcionamiento del organismo. Los pensamientos negativos generan estrés y ansiedad, que tienen como consecuencia alteraciones hormonales y una depresión inmunológica. Por lo que aumenta exponencialmente la incidencia de enfermedades infecciosas u oncológicas. Desde luego, estas consecuencias se encuentran al final de un largo camino de negatividad, pero no por ello se debe obviar. La solución no es otra que invertir el camino. Abandonar la tendencia a regodearse en los pensamientos negativos y adoptar una actitud positiva ante la vida. Dar la cara a los problemas y tratar de solucionarlos con los medios disponibles y no cejar ante los retos frustrados, sino encararlos de otra forma o encarar otros retos nuevos más acordes a nuestro interés.
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