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30 de junio de 2013

En qué nos beneficia la habituación

La vida diaria nos obliga a realizar múltiples actividades para las que no estamos preparados de forma biológica. La mayor parte de profesiones han sido aprendidas culturalmente, por lo que no disponemos de una adaptación natural a sus peculiaridades. Actividades como estudiar, conducir, correr o trabajar en ambientes difíciles exigen de nosotros un periodo de adaptación hasta que obtenemos un rendimiento óptimo. Por eso, el hombre ha construido culturalmente el fenómeno de la habituación, que no es otra cosa que repetir periódicamente aquella actividad que demanda de nosotros un esfuerzo extra. Madrugar, limpiar la casa, hacer deporte o estudiar, puede resultar tedioso si se realiza de forma esporádica o desordenada. Pero si se introduce en una rutina periódica, dentro de nuestras vidas cotidianas, no solo mostraremos gran facilidad para acometer estas actividades, sino que sentiremos que nos falta algo si un día no las podemos realizar. Al forzar por medio del hábito nuestra vida cotidiana a realizar esas tareas logramos que nuestra mente las perciba como necesarias y nos envía el mensaje de que deberíamos estar empeñados en ellas. En algunos casos, como la práctica de deporte, se puede hablar incluso de 'síndrome de abstinencia' cuando, por cualquier motivo, no podemos realizar nuestra sesión diaria. Por lo cual, a través de la habituación podemos introducir en nuestras vidas aquellas actividades que queremos realizar, pero cuyo desempeño resulta al principio difícil o sacrificado.

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