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20 de enero de 2011

Somos lo que comemos



Para los alquimistas, esto no sería ningún descubrimiento revolucionario, pues bien saben desde antaño que un  producto puro no puede contener elementos impuros. El cuerpo es un laboratorio de transformación de sustancias químicas. Muchas las emplea como ladrillos moleculares para construir las estructuras celulares, otras las utiliza como energía y otras como catalizadores. Si introducimos más cantidad o peor calidad de sustancias estaremos obligando a nuestro hígado a trabajar por encima de sus posibilidades y producirá residuos tóxicos que no podrá librarse de ellos con facilidad. Mientras tanto, estarán en nuestro organismo causando perjuicios como roturas moleculares. Hablamos fundamentalmente de los conocidos radicales libres, asociados al envejecimiento y a la génesis de células cancerosas. Siguiendo la ley del equilibrio, la ingesta de nutrientes tiene que hallarse en un equilibrio moderado que nos proporcione lo necesario y solo lo necesario. Si comemos porquería seremos porquería y si comemos comida saludable seremos sanos, pues somos lo que comemos.

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