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12 de noviembre de 2011

Los sabios dudan




Decía Aristóteles "El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona". Nada es más díficil en nuestras sociedades industriales competitivas que reconocer el error. No hay espacio para el fracaso y parece mejor opción obstinarse en el error que reconocerlo. Los errores se suelen atribuir a las personas en singular, produciéndoles frustración y complejos. En el mundo de la sabiduría no hay espacio para la obstinación y sí para la duda y la rectificación. Reconocer un error nos acerca a la sabiduría, negarlo nos aleja. En otras sociedades, los errores forman parte del proceso de aprendizaje, por lo que no se consideran como errores sino como lecciones aprendidas. 

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