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21 de abril de 2009

La especie rebelde



Después de millones de años de evolución de las especies vivas, aparecen sobre la Tierra unos pequeños mamíferos que vendrían a revolucionar el equilibrio de fuerzas entre las especies del planeta. La cualidad que los hacía especiales yacía en estado latente en el interior de su cráneo. Poseían una capa de neuronas que envolvía al resto del cerebro, que sería la génesis del tercer cerebro; el cerebro humano. De una forma simplificada y metafórica podemos afirmar que el homo sapiens posee tres cerebros en la medida en que los reptiles poseen uno o los mamíferos inferiores, dos. La evolución ha permitido al sapiens desarrollar ese tercer cerebro sobre los otros dos cerebros ancestrales y comunes con el resto de mamíferos no primates. A su vez los mamíferos desarrollaron el segundo cerebro sobre el andamio del primero a modo de estructuras que lo envuelven en una suerte de entramado semiesférico. Ese cerebro permitió a su especie poseer, por primera vez en la historia de la evolución, la capacidad para elegir entre opciones. Por fin, su universo de decisiones no quedaba circunscrito al instinto genético o al condicionamiento emocional basado en experiencias. Podía crear decisiones basadas en el razonamiento abstracto, realizar previsiones o cálculos. Este cerebro le permitía que fuera la primera especie que podía luchar contra la propia naturaleza, incluso contra sí misma. Esta especie rebelde, dotada de voluntad podía salvar al planeta o destruirlo gracias a su capacidad de voluntad y libertad.

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