Los Estados son el sistema nervioso de las naciones de todo el mundo. Son una evolución de las ancestrales estructuras de poder en las sociedades tribales. Surgieron por distintos motivos en partes tan distantes y tan distintas del mundo como el valle del Indo, el delta del Nilo, en tierras de la actual China o en las estribaciones andinas. Los motivos por los que las sociedades adquieren el compromiso de mantener un Estado pueden ser tan diversos como gestionar una cuenca fluvial o presentar un frente unido ante un enemigo común, pero en general se puede afirmar que surgen como respuesta a una situación crítica vivida por varias comunidades, frente a la cual tienen mayores posibilidades de supervivencia si se unen bajo una autoridad común. Esa autoridad puede evolucionar hacia distintas formas de poder, desde la tiranía a la democracia, pero en todo caso nace de la necesidad de las comunidades de regularse por un árbitro al que consideren superior e imparcial.
Decimos que los Estados son el sistema nervioso de las naciones, pues ellos las regulan, controlan y representan. Mediante sus aparatos de poder, sustentados en empleados públicos, obtienen información de cada rincón del territorio que controlan, de ellos obtienen su sustento en forma de impuestos y hacia ellos devuelve su acción en forma de servicios como la sanidad o la seguridad.
Los Estados están formados por personas, pero trascienden a las personas. Constituyen la estructura de poder creada por la sociedad y mantenida por los propios ocupantes del poder estatal, pero las personas que ocupan esos nichos de poder entran y salen, mientras la estructura se mantiene en el tiempo.
Allí donde no llegan los tentáculos del poder del estado surgen estructuras que compiten contra él bajo formas no legítimas como las mafias o las fuerzas revolucionarias, que se erigen en auténticos Estados paralelos con sus parcelas de poder territorial.
Es fácil confundir el concepto de Estado con el de nación. El Estado está formado por el conjunto de instituciones públicas que regulan la nación, como las fuerzas armadas, el parlamento, el gobierno o el sistema judicial. Mientras que la nación se compone del territorio jurídico que representa el estado y de todas las personas, empresas, asociaciones, símbolos, etc. que están adscritos a ese estado.