Sabemos de las diferencias en desarrollo que tradicionalmente han separado occidente y oriente. También de las costumbres diferentes, las religiones distintas y alguna cosa más. Pero ¿qué se esconde detrás de esas diferencias estéticas entre dos formatos culturales tan distintos? Y sobre todo ¿qué tienen que ofrecerse mutuamente ambos mundos? La respuesta a la primera pregunta nos lleva directamente a las formas de vida. A la forma de percibir el mundo que se tiene desde los dos extremos del mundo. Occidente es lineal, percibe la vida como un proceso con un principio y con un final, tras el cual puede existir un más allá o no, pero lineal en todo caso. Oriente es circular, entiende la vida como una rueda sumergida parcialmente en el océano, que da vueltas y que alterna el aire de la vida con el agua de la muerte, una y otra vez. Occidente rezuma sexo por doquier pero censura todo lo que tiene que ver con la muerte. Oriente rezuma muerte pero censura el sexo. Occidente expande la realidad hacia fuera del individuo, oriente conquista el interior. Occidente persigue metas terrenales, oriente espirituales. Por tanto, son dos columnas que sostienen a la humanidad, sin las cuales, se hundiría. Oriente tiene tanto que aprender de occidente, como occidente de oriente. Ese trasvase de ideas, conceptos, procesos y creencias ya ha comenzado hace años y cabe esperar que aumente con el paso del tiempo. De la sinergia entre ambos mundos ideológicos es de donde emergerá el nuevo hombre llamado a conquistar el planeta.
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