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19 de junio de 2011

Producción y reproducción cultural



Todos los seres humanos, desde el más necio al más sabio, somos reproductores culturales en la medida en que transmitimos la cultura en que hemos nacido. Recordemos que la cultura es mucho más que producción artística y que abarca el lenguaje, las costumbres, la forma de comer, de relacionarnos, de trabajar, etc. Para que exista la reproducción cultural no es necesario un proceso educativo consciente, de forma natural todos estamos enseñando al resto las formas de hacer las cosas. Cuando un niño ve a los mayores desenvolverse por el mundo está aprendiendo las pautas culturales que adoptará inconscientemente en el futuro. Por tanto, todos practicamos la reproducción cultural. Sin embargo, la producción cultural consiste en modificar el estado de las cosas, en innovar. Este proceso tiene su base en el inconformismo humano y es mediado por la inteligencia. En este caso, no todo el mundo es productor cultural, la producción cultural afecta solo a una parte de la población. Este proceso tampoco tiene por qué ser consciente, pero sí es lo más habitual. Una o varias personas muestran su descontento con la situación que viven y promueven el cambio. Si no hubiera existido producción cultural o ésta hubiera sido menos profunda aún viviríamos en cavernas y seríamos forrajeros. Por tanto, la producción cultural alcanza solo a los más iluminados, a los inconformistas que sueñan un mundo mejor y promueven su evolución.

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