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14 de junio de 2011

Vencer al miedo



El miedo es la madre de todas los males, tanto individuales como colectivos. El miedo es el origen de la violencia, los conflictos y las guerras. Los individuos atemorizados se tornan violentos, como los animales heridos y acorralados, al igual que las sociedades con miedo se tornan violentas. Cuando veas a un hombre violento, no lo dudes, tiene miedo. Su miedo le hace rebuscar en su archivo de instintos primarios algún recurso que le garantice la supervivencia y recurre al último que le suele quedar a las personas con escasos recursos culturales e intelectuales; la violencia. Nadie es inmune al miedo ni a la violencia. Pero sí podemos prevenir su aparición para disminuir al máximo su expresión. Individualmente debemos sentirnos en paz con todo el mundo. Esto es una premisa. Debemos zanjar pacíficamente todas las deudas contraídas, aclarar las dudas, establecer acuerdos tácitos o explícitos con quienes tengamos conatos de conflicto. Después debemos caminar por la vida con la cabeza alta sintiendo que no tenemos nada contra nadie salvo que alguien lo quiera tener contra nosotros. Nuestra mirada, nuestros actos, nuestra voz, nuestras palabras denotarán confianza, seguridad. Esa seguridad será captada por el entorno, por todo el mundo. Nadie quiere agredir a alguien que se muestra confiado, los violentos siempre eligen a los individuos inseguros, a los que se sienten culpables. Por eso debemos desprendernos de todo sentimiento de culpa. La culpa la siente quien no está en paz. La culpa es del que odia, del que agrede. La seguridad es de quien está en paz con todo el mundo. Vencer al miedo es una cuestión que empieza en nuestra subjetividad y se extiende como objetividad a través de nuestra presencia objetiva.

1 comentarios:

Roxes dijo...

No sé si vencí EL MIEDO, pero al tratar de meditar y ver el objeto que lo produce , rodearlo, observarlo, el miedo pierde fuerza, pierde el terror, porque se teme lo que no se conoce y los miedos mas terribles están, en definitiva, dentro de nosotros. Si nos conocemos, nos comprendemos y nos perdonamos (a nosotros mismos)el miedo, ese sentimiento que paraliza y no nos deja ser y hacer, se va diluyendo y poco a poco, sobreviene la paz.