Las ideas previas son patrones de pensamiento que se van instalando en nuestra mente desde la infancia, sin que apenas seamos conscientes de ello y que van modelando la visión que tenemos del mundo. Su asentamiento es un proceso lento que suele acompañar al desarrollo del individuo hasta la edad adulta y está basado en el principio de autoridad. Normalmente las familias son las que influyen en la instalación de las ideas previas en la mente de las nuevas generaciones, aunque otras figuras de poder también pueden tener una gran influencia según la cultura de que estemos hablando. Estas figuras pueden ser profesores, sacerdotes, periodistas, líderes tribales, etc. Las ideas previas suelen ser esquemas sencillos de pensamiento que preparan al individuo para enfrentarse a nuevas situaciones, pero cuya generalización produce un efecto distorsionador de la realidad. Por ejemplo, es habitual que a los niños se les enseñe que no deben ir con desconocidos, lo cual les induce a pensar que 'todos' los desconocidos suponen un peligro. Esa idea previa instalada en la mente protege a los niños, pero su prolongación más allá de cierta edad puede suponer problemas en las relaciones sociales durante la adolescencia.
Las ideas previas son las responsables de los prejuicios. Un prejuicio es un conjunto de ideas previas aplicado a una situación social. Desconfiar de un extranjero por el hecho de ser extranjero constituye un prejuicio. Ese prejuicio está basado en ideas previas que hacen ver a todos los extranjeros como poseedores de unas características comunes, que nos hacen desconfiar de ellos.
Otra característica de las ideas previas es su perdurabilidad. Al haber sido instaladas por personas con una gran influencia sobre nosotros, como la familia o los profesores, esas ideas pasan a formar parte de la personalidad y son muy difíciles de modificar o erradicar. Un aprendizaje prolongado y bien estructurado como el que brindan las carreras universitarias o determinados seminarios o cursos puede influir en la modificación de esas ideas.
Las ideas previas condicionan la forma de percibir a los demás, de relacionarnos con ellos, de vernos a nosotros mismos e incluso lo que podemos esperar de nosotros mismos. Y sobre todo, nos hace rechazar todas las ideas que se oponen a ellas.
Al estar transmitidas por personas de autoridad sobre nosotros, en la edad en que nuestra mente está madurando y durante la que somos menos conscientes de esa influencia, su efecto se prolonga durante años sin que sepamos identificar su origen. Las ideas políticas, religiosas, las percepciones sobre la sexualidad, sobre la conducta o los prejuicios están influidas por ideas previas. Por la importancia que tienen, debemos prestar atención a qué ideas estamos transmitiendo o contribuyendo a transmitir. Así como explorar nuestro propio bagaje de ideas para identificar su origen y su pertinencia.
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