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6 de octubre de 2012

Otras formas de ver

Desde la infancia se enseña a contemplar el mundo fijándonos en lo concreto, lo tangible, en aquello formado por materia visible, como los sólidos o los líquidos. Es un proceso de aprendizaje inconsciente, tanto por parte de los adultos como de los niños, por medio del cual anulan toda posibilidad de visionar más allá de los objetos tangibles, las personas, los muebles, los árboles. Sin embargo, hay mucho más que ver, pero mucha gente se lo pierde por no haber aprendido a contemplarlo. 
Existen otras formas de ver la realidad además de la simple observación concreta. Podemos citar algunos ejemplos como la visión nocturna, que tarda más de media hora en alcanzar su máximo rendimiento y nos permite ver en la oscuridad con una cantidad mínima de luz. También podemos citar la visión de los pintores, cuando entrecierran los ojos para enfocar de forma diferente la imagen que están proyectando sobre su lienzo. También podemos referirnos a la visión hipnótica, cuando nos fijamos en un objeto fijamente hasta que el entorno comienza a difuminarse. 
Pero queremos incidir en este caso en un tipo de visión relacionado con algunos de los anteriores tipos. Sucede en entornos de escasa luminosidad, en presencia de otras personas y en estado de relajación. Situación similar a la que se reproduce durante la oración en los templos de cualquier religión. El ojo es capaz de apreciar algo similar a una emisión vaporosa procedente fundamentalmente del resto de personas. No debemos entender esto como una emisión luminosa. Las personas y los seres vivos no emiten luz. Evidentemente, si la emitieran serían visibles en la oscuridad. Lo que los seres vivos emiten son otro tipo de ondas no visibles para el ojo humano, pero que influyen sutilmente en el entorno que rodea los cuerpos, de tal forma que se puede apreciar ese efecto en determinadas circunstancias como las mencionadas.
Algunos tratados se refieren a esta emisión como 'aura'. El aura sería el área de influencia que rodea a los cuerpos. Para apreciar esta sutil emisión se debe elegir un espacio relajado, escasamente iluminado y donde el resto de personas se encuentren más o menos estáticas y relajadas. También ayuda que el color de las paredes y el techo sean de colores oscuros. Debemos apuntar nuestra mirada hacia las demás personas sin fijar la vista en sus cuerpos, mirando más allá, hacia el fondo de la estancia. Nuestra mirada debe estar 'perdida', relajada, sin fijarse en ningún objeto. Al contrario, se debe dejar que vague libre por la estancia. Si lo hacemos bien observaremos ese vaho sutil que nos rodea.


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