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17 de noviembre de 2014

Diferencias entre motivación intrínseca y extrínseca

Sabemos que la motivación es el impulso que nos incita a realizar una determinada acción. Se aplica este término a todas aquellas actividades que no responden a llamadas del instinto, como dormir, comer, orinar, etc. Por consiguiente, la motivación nos 'mueve' a emprender actos como trabajar, estudiar o hacer deporte, en los que la recompensa no es inmediata, como sucede con los actos biológicos. Todo el mundo realiza esas actividades 'movido' por alguna motivación. La diferencia, pues, radica en ese tipo de motivación.
La motivación extrínseca se basa en la promesa o esperanza de una gratificación externa a la actividad. Esto es, a cambio de la actividad que estamos realizando, sabemos que vamos a obtener una recompensa. Esto sucede con buena parte de los trabajos, en los que la recompensa se reduce al salario obtenido tras un periodo de actividad.
La motivación intrínseca, por su parte, se logra cuando la actividad en sí misma es fuente de gratificación. Por ejemplo, cuando se vislumbra el resultado que el trabajo tendrá una vez finalizado, cuando se construye una obra. En este caso, la recompensa no reside en 'algo' que obtendremos a cambio de la actividad, sino en los beneficios de la propia actividad.
Las diferencias entre un tipo y otro de motivación son de gran importancia para la gestión de recursos humanos, la educación y la estabilidad emocional de los individuos. Aquellos que encuentran motivación intrínseca en la mayor parte de sus actividades disfrutan de una vida más feliz que quienes solo se mueven por motivación extrínseca. Porque los primeros encuentran sentido a todo lo que hacen y disfrutan con ello, con cada paso que dan en la vida, conscientes de que todo tiene una finalidad. Mientras, los segundos solo disfrutan con la llegada de la recompensa, pero son incapaces de hallar placer en la realización de la mayor parte de sus actividades.

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