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19 de mayo de 2010

El poder de la mente



La evolución ha dotado al ser humano de un cerebro que se distancia considerablemente en capacidad de sus más inmediatos parientes evolutivos. En ese periplo evolutivo ha ido integrando las estructuras de sus antepasados reptiles y mamíferos, añadiéndole nuevas estructuras superiores con capacidades impensables en otras especies. Tal es el poder de esta herramienta biológica que casi nadie llega a explotar sus posibilidades reales en una proporción significativa. La cualidad fundamental que lo diferencia de los cerebros de los demás animales superiores es la capacidad de concebir el futuro. Los demás animales viven anclados en el presente (reptiles y peces) o en el presente y el pasado (mamíferos), el futuro simplemente no existe para ellos. Todo lo que nos hace humanos se lo debemos al neocórtex, la estructura superior del cerebro, la más evolucionada, la última en incorporarse a nuestro cerebro. La tecnología, el lenguaje, la estructura social, todo se lo debemos a esa parte de nuestro cerebro. La clave está en que esa parte de nuestro cerebro es volitiva y capaz de planear el futuro o simularlo mentalmente antes de operar, lo cual nos brinda una importante ventaja adaptativa frente a otras especies privadas de esta capacidad.
Sin embargo, ya hemos dicho que esa capacidad apenas se explota en una mínima parte, porque las sociedades en que vivimos exigen escasas capacidades intelectuales para sobrevivir y llevar una vida aceptable y satisfactoria. No obstante, unas personas saben explotar mayor potencial a su cerebro que otras. Unas personas derrochan todo cuanto de valor poseen por no saber programarse una vida plena, mientras que otras saben emplear su potencial para evolucionar socialmente aunque hayan partido de una posición humilde. 
Algunas teorías sugieren que el simple pensamiento es capaz de engendrar el cambio; es decir, que imaginar una situación determinada trae como consecuencia esa situación. Este extremo resulta incompleto, pues no explicaría por qué los sueños de tantas personas no se llegan a materializa jamás. ¿Qué falta? Sencillamente falta el elemento de acción. Si las teorías antes mencionadas hablan de una secuencia “Pensamiento-efecto”, en realidad habría que hablar de la secuencia “Pensamiento-acción-efecto”. Este extremo está disponible para todo el mundo que quiera ponerlo en práctica. Pueden pensar en cómo hacer algo que desean, y si ese deseo es verdadero e intenso, tanto como para que ningún otro deseo se le oponga, sólo tendrá que ponerse en acción y descubrir que es capaz de satisfacer ese deseo.
De todo lo anterior se infiere que es un proceso relativamente sencillo, entonces ¿Por qué no todo el mundo es capaz de seguir estos pasos? La respuesta se encuentra en ellos mismos, en su incapacidad para programarse sueños, en su pereza para detenerse siquiera a pensar, en creer que el destino les va a ser favorable sin su mediación activa o en su simple infravaloración. Todo ello, claro está, conduce a que esa infravaloración termine por ser una apreciación acertada con el tiempo.
Si somos capaces de sumar fuerzas y lograr que otros individuos participen con sus mentes en el mismo deseo que el nuestro estaremos en posición de cambiar el mundo y las posibilidades serán simplemente ilimitadas. La conjunción de miles de mentes unidas por un mismo deseo serán tan poderosas que no habrá otra fuerza que se le oponga.

2 comentarios:

Marcia JRB dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Maximiliano Mariño dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.