Al recrear escenas en la mente, la visualización es unos de los más poderosos instrumentos que tenemos para programar nuestro futuro. Nuestro mundo del presente se ha convertido en un mundo logocrático, donde las palabras parecen tener todo el protagonismo y las imágenes se han quedado relegadas al mundo onírico. Cierto es que las palabras son capaces de estimular sensaciones y respuestas mentales, pero más cierto es que las imágenes están dotadas de una enorme capacidad para configurar nuestro presente y nuestro futuro a modo de guías.
De forma inconsciente, muchas personas emplean la visualización sin darse cuenta cuando, por ejemplo, piensan en cómo disfrutarán las vacaciones, lo terrible que sería tener un accidente o qué se sentiría practicando deporte de riesgo. Pero esos brotes espontáneos no son sino una menudencia al lado de lo que supone la visualización activa y consciente. Ya se ha tratado abundantemente en otras entradas (Autohipnosis, Guía conductual, Sensaciones) la forma de trabajar la visualización. Si se hace de forma adecuada, esas imágenes tendrán un carácter similar a los recuerdos. El sujeto actúa como protagonista de una acción determinada, que vendrá acompañada de sensaciones positivas o negativas en función de las imágenes. Serán esas sensaciones las que guíen nuestro futuro. Nuestra conducta quedará marcada por esas sensaciones y evitará volver a enfrentarse a las sensaciones negativas experimentadas en la visualización, mientras que buscará las experiencias positivas vividas mediante la visualización.
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