Tendemos a percibir el mundo en función de cómo es nuestra vida. Esto quiere decir que proyectamos nuestro miedo y nuestra inseguridad hacia el mundo. Si vivimos arriesgando constantemente es previsible que tengamos una visión catastrofista del mundo en que vivimos. Si por el contrario nos aseguramos de tener confianza en nosotros y en nuestra capacidad de adaptación a las vicisitudes que aparezcan, veremos el mundo como una fábrica de oportunidades. Debemos tener presente que la visión que tenemos del exterior es solo una proyección de nosotros mismos. Existen peligros objetivos, pero con una adecuada formación estaremos preparados para sortearlos adecuadamente sin necesidad de ver el mundo como hostil. En la actualidad casi todo el mundo tiene verdadera obsesión por la seguridad física, la del entorno, la casa, el negocio o la propia vida. Se rodean de cerraduras de seguridad, cajas fuertes, alarmas, seguros de vida o incluso armas de fuego. Este hecho refleja una percepción del mundo como hostil y por ello se rodean de medidas de seguridad para hacerle frente. Pero ello no es más que un reflejo de la escasa confianza en uno mismo y en los propios pasos dados. Si hemos contraído deudas o enemistades es previsible que vivamos en constante sensación de inseguridad y que tengamos la permanente sospecha de que vendrán a devolvernos el golpe. Si por el contrario vivimos en paz con todo el mundo sentiremos que todo nuestro entorno, como los vecinos, las fuerzas de seguridad, la familia o los amigos constituyen un entorno que en realidad nos brinda seguridad y viviremos con total tranquilidad con un mínimo de precauciones básicas.
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1 comentarios:
Felicitaciones por este fabuloso trabajo e información...
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