Social Icons

.

6 de septiembre de 2012

La hembra alfa y el contrato sexual

En el estudio de primates y de otros mamíferos es frecuente centrar la atención en el macho dominante, conocido como 'macho alfa', que es el que se sitúan en el puesto más alto de la jerarquía después de disputar su estatus mediante luchas o desafíos con los demás machos del clan. Este macho es a la postre el que dispone de la exclusividad de copular con las hembras durante el periodo de tiempo que dura su liderazgo, por lo que todas las criaturas nacidas de las hembras del clan serán portadoras de sus genes, asegurando que se perpetúe la fortaleza del líder en las nuevas generaciones.
Como bien sabemos, el hombre transgredió esa norma natural en algún momento no muy preciso de su evolución. Se da por sentado que esto sucedió después de los cambios anatómicos experimentados por la especie tras su progresiva bipedestación. El cambio de postura conllevó modificaciones en el canal de parto de las hembras que dio lugar a que las crías nacieran menos desarrolladas debido a las menores dimensiones de dicho canal. Estas criaturas necesitaban de un periodo de maduración fuera del útero durante el cual resultaban vulnerables tanto los recién nacidos como las madres, por lo cual se supone que nuestros antepasados desarrollaron formas sociales de cooperación que por evolución han dado lugar a nuestras sociedades. Uno de los aspectos más intrigantes de esa cooperación es el paso de la sexualidad exclusiva del macho alfa a la sexualidad monógama que caracteriza a nuestra sociedad.
Algunas teorías hablan del desarrollo del contrato sexual como forma de asociación recíproca. Una hembra con un recién nacido en brazos necesitaba que un macho se encargara de llevarle alimentos procedentes de la caza. Una forma de asegurarse que ese macho realizaría esa entregada tarea sería a través de la promesa de sexo exclusivo con él. Hemos de suponer que la primera hembra del clan en adoptar esa conducta sería la 'hembra alfa', es decir, la más deseada.
Para que esta situación se produjera, ya tenía que haber evolucionado lo que se conoce como dimorfismo sexual, que es la diferenciación anatómica entre machos y hembras que diferencia a nuestra especie de otros primates. Ese dimorfismo hace realmente atractivo al otro sexo de forma visual, sin la mediación de feromonas, como sucede en las demás especies. Consecuencia de ese contrato sexual sería la disponibilidad permanente de la hembra a copular con el macho a diferencia de otras especies donde esa disponibilidad queda reducida a los periodos de celo. Esta teoría viene a explicar el acceso de otros machos a las hembras. Si el macho alfa quedaba vinculado sexualmente en exclusividad a la hembra alfa, las demás hembras quedaban libres para relacionarse con otros machos que veían libre el acceso a las hembras liberadas por el macho dominante.
Es difícil conocer el orden exacto de estos relevantes pasos evolutivos, lo más probable es que el dimorfismo sexual y el contrato sexual evolucionaran de forma paralela como consecuencia del bipedismo y la ulterior vulnerabilidad de las crías. En todo caso, estos trascendentales acontecimientos derivaron en la conducta social que caracteriza a los humanos y constituyen la auténtica génesis de nuestra especie.

1 comentarios:

Pieter Kock dijo...

ahora dile eso a una feminista xD